Más de un millón de euros de inversión y más de 700 ayudas en lo que va de estado de alarma. María José Pulido, concejala de Asuntos Sociales (Cáceres, 1959), dice que no se cuelga medallas y concede al abordaje coral de la sociedad el intento de que nadie se quede atrás en una crisis que devora a los vulnerables.

-¿Existe un perfil de nuevos pobres en Cáceres?

-Todos somos personas vulnerables y en cualquier momento podemos caer en esa situación; podemos enfermar, ser fuente de contagio o de pronto vernos en el paro.

-Es un problema global...

-Así es. Hay mucha gente que tenía un negocio y se vio obligada a cerrar, muchas personas mayores, a las que tanto les debemos, que generaron derechos para su vejez, que han trabajado y han luchado, y ahora comparten sus pensiones con hijos y nietos. Algunos, al caer enfermos, no han podido ayudar en el cuidado de los niños ni seguir ofreciendo sus recursos habitacionales, una situación que repercute en sus familias, que a veces no tienen ni para comer.

-¿Y afecta más a los hombres o las mujeres?

-Siempre afecta más a las mujeres, porque tenían contratos precarios, han generado menos derechos o pertenecían a una economía sumergida con sueldos muy bajos. Muchas se han visto en la calle sin ningún derecho; es el caso de las empleadas de hogar, que han sido despedidas sin prestación. También existe un grave problema que afecta en torno al 80% de las mujeres inmigrantes, que trabajaban como internas y que también se han quedado sin nada, con el agravante de que no tenían dinero ahorrado porque se lo enviaban a sus familias. Por otro lado, los casos de violencia de género se han agravado con el confinamiento. De manera que todas las desigualdades estructurales se agudizan y los que antes de la crisis lo estaban pasando mal, ahora lo están pasando peor. Por eso tenemos que trabajar por salarios más altos y en unas condiciones más dignas.

-¿Cuáles han sido los casos más desgarradores?

-Estoy sufriendo muchísimo y esto me está dejando mucha huella. Das el pésame a muchos cacereños que han perdido a sus seres queridos y que además se han quedado sin empleo. Me afectan las circunstancias que padecen los vendedores de venta ambulante, que al día siguiente del confinamiento no podían seguir adelante; ver que no tienen comida que llevar a la mesa.

-Los expertos alertan del riesgo de que aumenten los suicidios...

-Aunque quitarse la vida es una cosa de la que no debemos ni hablar, sí es cierto que estábamos perfilando un plan contra el suicidio, que ahora vemos muy necesario. A través de la asociación de voluntarios RedCor hemos incrementado la atención psicológica incluso para trabajadores del ayuntamiento, sanitarios y personas mayores que han sufrido mucho la soledad durante el confinamiento y que a la hora de salir a pasear se han encontrado con fobias y depresiones porque existe una gran carga emocional.

-Ha hablado de los mayores y las mujeres, pero en el caso de los niños también se deja ver la brecha educativa...

-No todo el mundo tiene whatsapp; internet cuesta dinero, los dispositivos digitales cuestan dinero, los colegios están cerrados y la brecha digital es una realidad que tiene que ver con el estatus socieconómico.

-¿La covid ha dejado como enseñanza la importancia que se le tiene que dar al Instituto Municipal de Asuntos Sociales?

-Evidentemente las políticas sociales han tomado relevancia porque lo más perentorio son las necesidades que tienen que ver con la vida, con los alimentos o el alquiler. Pero en Cáceres se ha producido un abordaje coral para llegar a todos los barrios, con recursos propios y extraordinarios, de la Junta, del Estado, de Europa, y gracias a una respuesta de voluntarios, de asociaciones, de una labor impagable de la policía local, y de cacereños que han sido muy generosos, lejos del postureo.

-¿Cuanto invertirá el ayuntamiento en políticas sociales?

-Más de un millón de euros, que también pasarán por potenciar y dinamizar la economía.

-¿A qué zonas ha atacado más?

-En Aldea Moret y parte de Mejostilla es donde más ayudas se han otorgado. A ello se añade que los centros residenciales con personas con discapacidad han trabajado con una eficacia enorme. También se han repartido menús a menores. Llevamos contabilizadas ya más de 700 ayudas. Los cacereños tienen que saber que pueden llamar a los servicios sociales, que no es nada vergonzoso tener que pedir comida o vivienda, porque ambas cosas son un derecho y no hemos dejado a nadie atrás.

-¿Cómo valora el trabajo de los empleados del Imas?

-Han sabido ponerse a la altura de las circunstancias, con un ejercicio de su profesión digno de la situación en la que nos encontramos. Han trabajado desde sus casas, con sus ordenadores, y lo han hecho al cien por cien. Conocen el entorno, los problemas de la gente, sus necesidades. A ello se añade la labor de Tesorería, que ha permitido que ayudas que antes tardaban 20 días en concederse, ahora se entreguen en dos.

-¿Cuándo acabará esto?

-Es una carrera de fondo. Nuestro primer horizonte es enero, para ver los efectos reales, tanto los negativos como la eficacia de las medidas puestas en marcha. Habrá que pasar a un nuevo modelo de servicios sociales para Cáceres con todo lo que hemos aprendido. Hay cosas que han venido para quedarse, como la eficacia y la diligencia, que no son una quimera sino una obligación y un compromiso.