Hace 30 años no existían los gabinetes de prensa. Los periodistas iban a hacer la ronda: el ayuntamiento, la diputación y el gobierno civil. Nadie mandaba comunicados, ni había móviles, ni google, ni redes sociales. Recuerdo un día que un director entró en la redacción con un cabreo monumental y al ver a todos sus periodistas metidos ahí dentro, exclamó: "¡Pero qué coño hacéis aquí, las noticias están en Cánovas!". Uno a uno fuimos levantando el culo de la silla. Al día siguiente llegó a los quioscos el mejor periódico jamás imaginado.

Luego aparecieron las ruedas de prensa. Entonces había quien decía: "A eso que vaya Efe" (ay, la Agencia Efe, bendita Agencia Efe). Hasta que un día entró Matías, y preso también de un cabreo monumental, exclamó: "¡Los periodistas tienen que ir a todas las ruedas de prensa, a todas!". Al día siguiente llegó a los quioscos el mejor periódico jamás imaginado.

Ahora hay periodistas en rebeldía porque han decidido no acudir a esas ruedas de prensa donde no se admiten preguntas. No está bien eso de que no haya preguntas. ¿Pero entonces, no acudiendo, privamos a los lectores de una información valiosa?

Sucede que en la actualidad, florecen grupos de whatsapp de instituciones, en los que se informa a los periodistas. Grupos en los que son esas instituciones las que deciden qué es o qué no es noticia mientras muchos se preguntan, qué ha sido del periodismo.

Y luego está la famosa frase de... "No hay nada, no hay noticias, es que no han convocado nada". ¿Nada?

Es precisamente en estos días de confinamiento cuando se está haciendo el mejor periodismo. Las respuestas no las ofrecen los políticos, las respuestas las arrojan los testimonios de miles de cacereños que luchan por salvar sus vidas, que ponen en riesgo su integridad cuando van a trabajar. Las respuestas no aparecen los grupos oficiales de un teléfono móvil. Las respuestas las protagonizan los limpiadores, barrenderos, los trabajadores de los supermercados, de las residencias de ancianos, los policías, los guardias civiles que dan el alto a quienes burlan el estado de alarma.

Las respuestas las dibuja Cánovas, aunque en Cánovas parezca que no haya nada, cuando resulta que en Cánovas está todo.

Basta asomarse al balcón para hacer periodismo, cientos de dramas, de alegrías, de gestos solidarios donde florece el verdadero sentido de ser periodista.

Abajo, en el buzón, el repartidor (otro héroe) deja el periódico. No hay duda de que sus páginas contienen el mejor periódico jamás imaginado.