Europa salió muy tocada de la primera ola de la pandemia pero confiaba en poder mantener a raya el virus de ahí en adelante con medidas de contención que no afectaran a su debilitada economía. La virulencia de la segunda ola ha certificado que esta estrategia no funciona. Ha sido un "estrepitoso fracaso", en palabras de Peter Kuznick, profesor de historia en la American University y experto en Asia.

La catástrofe no ha llegado al extremo registrado en los países con dirigentes negacionistas, como Estados Unidos o Brasil, pero queda lejos del éxito de Asia y Oceanía. Un puñado de expertos sostiene que deberíamos hacer un reset e intentar acercarnos a su estrategia. Allí las muertes han sido mucho menores y la economía está en números verdes pese a las drásticas medidas adoptadas puntualmente.

DIVERSIDAD

La lista de países con éste modelo de éxito es larga y abarca diferentes realidades sociales, políticas y económicas. Están los democráticos y muy poblados, como Japón, Taiwan y Corea del Sur. Los menos poblados como Mongolia, Australia y Nueva Zelanda. O las dictaduras comunistas con economía capitalista como China y Vietnam.

A pesar de su diversidad tienen una cosa en común: son gobiernos tecnocráticos y ágiles, que en los últimos años han potenciado la sanidad en contraste con el adelgazamiento neoliberal y que desde el primer minuto antepusieron la salud pública a la economía. No hay rastro de peleas entre administraciones centrales y locales e incluso en los más fragorosos parlamentos de la región se ha excluido la pandemia de la discusión política. Las decisiones se han tomado con criterios estrictamente médicos.

SÓLO JAPÓN SUPERA LOS 100.000 CASOS

En la actualidad apenas se detectan personas infectadas en estos países y casi todos los casos son importados. La segunda ola o no ha llegado o cuando lo ha hecho se la ha recibido con un arsenal de medidas preventivas que la han mantenido a raya. Sólo Japón ha superado los más de 100.000 casos desde el inicio de la pandemia, menos de los que suma actualmente Francia en menos dos jornadas.

China, el origen del virus, se quedó en poco más de 90.000 y Corea del Sur, de los primeros afectados, en 26.000. La suma de los fallecidos en estos tres países no llega a las más de 9.000 muertes que se han producido en España sólo en la segunda ola. Europa ha pasado ya la barrera de las 300.000 desde el inicio de la pandemia.

Hay varias claves que explican esos logros, pero el epidemiólogo madrileño Juan Martínez Hernández, destaca la que a su juicio es la más importante: "Para Occidente, este microorganismo es un agente del grupo de riesgo dos o tres, pero para el hemisferio oriental lo es del nivel 4, como la viruela o la peste. Es un agente contra el que no hay vacuna ni tratamiento, y se emprende contra él una guerra sin cuartel, empleando medidas de contención muy duras, pero muy eficaces".

"Intentar convivir con el virus es el gran error que está cometiendo Occidente, hay que erradicarlo", a juicio del que fuera director de Salud Pública de la Comunidad de Madrid entre 2017 y 2019. "La pandemia funciona como un incendio, arderá siempre que haya combustible. Es decir siempre que haya personas susceptibles. Si algo se quema en casa, todo está en peligro, no te puedes poner a ver Netflix en el salón", señala Hernández, que ya en septiembre, tras escuchar a Macron renegar de cualquier confinamiento futuro porque dañaría la economía predijo que si era así "su país perdería decenas de miles de vidas". Dos meses después de esa declaración, Francia ya está confinada y el viernes sumó más de 800 muertes en un solo día.

MEDIDAS AGRESIVAS

El objetivo de la erradicación se logra con medidas agresivas: detección temprana de casos, rastreo exhaustivo utilizando el big data, altísimo nivel de cumplimiento de las normas en la población, control estricto de fronteras con pruebas y cuarentenas y confinamiento duro y corto, localizado geográficamente, en cuanto algún brote se descontrola, aunque la incidencia sea baja.

Martínez Hernández sostiene que aún estamos a tiempo de hacer un reset para acercanos al modelo de éxito. Con él coinciden seis expertos cuya opinión hemos recabado: Rafael Bengoa, exasesor de Obama en salud pública, el epidemiólogo catalán Oriol Mitjà, Daniel López Acuña, exdirector de crisis de la OMS, José Martínez Olmos, exsecretario general de Sanidad y el mencionado Peter Kuznick.

¿Es realista pensar que podemos imitar un modelo que parte de una gran experiencia previa en pandemias y en algunos casos se basa en una cultura que pone por delante lo colectivo frente a las libertades individuales?

Un reciente artículo publicado por doce científicos en The Lancet que comparaba los dos modelos, sostenía que "no es demasiado tarde para que los Gobiernos consideren soluciones políticas novedosas desarrolladas" por esos países y advertía que no se trataría tanto de que se "reproduzcan exactamente las mismas medidas" sino de que Europa "las adapte a su propio contexto".

Bengoa lleva un mes diciendo "mirad a Oriente, mirad a Oriente". Él sostiene, como el resto de colegas, que el primer paso para rectificar es ir a confinamientos ante el altísimo nivel del transmisión que hay en el continente. "La intervención tiene que ser parecida a la de la primera ola, aunque más corta. Calculo que en España bastaría con cuatro o cinco semanas, que es lo que le ha funcionado a Israel", señala Bengoa. Otros creen que bastaría con dos y algunos predican hasta seis.

Francia, Inglaterra, Irlanda y Grecia aplican ya aplican esta receta, aunque para la mayoría de los partidarios del modelo asiático mantener abiertas las escuelas y otras excepciones es un gravísimo error.

"El planteamiento de Oriente es ataco el virus, lo bajo y dejo que luego la economía se recupere. Si tienes una visión a corto plazo y aplicas medidas más ligth como en España, asumes que vas a tener una alta mortalidad durante meses, hasta que llegue la vacuna y la economía va a salir aún más dañada", añade Bengoa. A veces parece que los gobiernos europeos lo fían todo a la vacuna, pero no va a llegar tiempo de evitar la catástrofe.

SUBIDA DEL PIB EN CHINA, COREA DEL SUR Y TAIWAN

El resultado es que mientras en la zona Euro se prevé una caída del PIB del 7,8% a fin de año en Asia Oriental (China, Hong Kong, Corea del Sur y Taiwan) se espera una subida del 1,3%. La vara de medir que se ha fijado España y otros países europeos de confinar solo cuando el sistema hospitalario amenace colapso es otro error. Hay que atajar la epidemia antes de que se cobre miles de vidas y sufrimientos.

¿Hasta donde hay que bajar el nivel de contagio "Hasta una tasa en la que los servicios de vigilancia epidemiológica puedan hacerse con el 100% de los casos y sus contactos", responde Martínez. El objetivo que marcó Pedro Sánchez, por debajo de los 25 casos por 100.000 habitantes podría ser aceptable "pero es inalcanzable con las medidas vigentes en España", añade Bengoa.

La proeza de China, que testeó a nueve millones de habitantes por 12 contagiados no está tan fuera de nuestro alcance. "Aquí es posible si nos organizamos bien y se pone todo el empeño en ello y no, por ejemplo, en construir hospitales nuevos", considera López Acuña.

LOS ANATEMAS DE EUROPA

Los nuevos tests de antígenos podrían contribuir a ello pero en Europa no puede obligarse a nadie a hacerse una prueba. Tampoco son obligatorias las aplicaciones de rastreo como Radar Covid y la estricta observancia de la privacidad limita su efectividad. El big data diferencia la lucha actual contra una pandemia de la de la peste negra en la Edad Media pero en Occidente persiste el anatema mientras Asia entiende que es una factura aceptable para evitar medidas más lesivas contra la libertad y la economía.

El espíritu colectivo de estas sociedades que antepone el bien común al individual es muy dificil de trasladar a Occidente. Quizás sea lo más complicado de conseguir, según Oriol Mitjà, pero expertos de otras disciplinas, como la psicología, la antropología o la comunicación podrían ayudar a sensibilizar adecuadamente a la población europea.

RESTRICCIÓN TEMPORAL DE LIBERTADES

Quizás habría que plantearse alguna restricción temporal de derechos. "Protegemos las libertades individuales, la privacidad de datos, la libertad de movimientos, lo cual es magnífico, pero en condiciones normales, no cuando hay una pandemia. Todo eso debe sacrificarse, posponerse o limitarse si queremos minimizar los daños de un fenómeno como el que tenemos", considera López Acuña

"Los europeos pensamos que conservamos más libertades y ahora los asiáticos nos miran con estupefacción y se preguntan si verdaderamente tenemos más libertad si no podemos movernos de casa o ir al restaurante", zanja Mitjà.