En aquel distópico 2019 de Blade Runner, el replicante Roy Batty ya había visto naves en llamas más allá de Orión y rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, pero nada dijo de haber visto a niños daneses dando clases en estadios de fútbol o a corzos, zorros y jabalís campando a sus anchas por las calles de ciudades como Nueva York. En nuestro año 2020, millenials, boomers, zoomers y de este pedazo del multiverso están acumulando tal volumen de experiencias como para aburrir a dos generaciones de nietos.

En esta era que hemos bautizado con el oxímoron de "nueva normalidad" estamos viendo todo tipo de situaciones antaño inverosímiles. En otra línea temporal, la pandemia de covid-19 podría verse como una trama de ciencia ficción de lo más absurda. Por suerte o por desgracia, este es el presente que nos ha tocado vivir. Y estas son algunas de las imágenes que, por ahora, ya podemos enmarcar.

El día a día

Los niños fueron los primeros en quedar encerrados por la pandemia. Ahora, mientras se camina hacia la desescalada, las escuelas de todo el mundo intentan encontrar fórmulas para retomar las clases sin exponer a los más pequeños a un eventual contagio. Algunos centros ya experimentan con lecciones fuera de las aulas para mantener la distancia de seguridad entre los alumnos.

Un profesor realiza una clase en el estadio alemán de Telia Parken, en Copenhagen, donde los alumnos pueden mantener la distancia de seguridad. / THIBAULT SAVARY (AFP)

Mientras, en las grandes ciudades sigue reinando la calma. La desescalada avanza lenta para evitar un rebrote de contagios. Y, en este contexto, no son pocos los animales que aprovechan para salir a pasear. La pandemia nos ha dejado imágenes inéditas de pavos reales deambulando por El Retiro de Madrid, jabalís próximos a viviendas de Barcelona, cabras sueltas por Chinchilla (Albacete), patos silvestres en las fuentes de Roma o delfines nadando en los solitarios canales de Venecia.

Un solitario pato se aventura a cruzar una calle desierta en la localidad valencia de Cullera, ante la nula presencia de viandantes por la ciudad / MIGUEL LORENZO

Las instalaciones humanas, entretanto, permanecen cerradas. En estas semanas, los teatros se han trasladado a la esfera virtual, ofreciendo espectáculos en línea. Sus butacas esperan a que el progresivo proceso de desconfinamiento les devuelva, poco a poco, el público. Primero en un tercio de su capacidad y, más adelante, volviendo a llenar la sala.

Las butacas del teatro de tradición hispana Thalía, de Nueva York, permanecen cerradas desde hace semanas por la crisis del coronavirus / JORGE FUENTELSAZ (EFE)

Las nuevas normas de convivencia en época de covid-19 obligarán, a partir de ya mismo, a adaptar muchas de las antiguas costumbres a las excepcionales circunstancias. La distancia de seguridad se impone desde los espacios cerrados hasta los abiertos, donde se están buscando soluciones para indicar los límites del acercamiento físico.

Un grupo de fieles asiste a las pregarias del Ramadán con mascarillas y respetando la distancia de seguridad / MOHAMED AZAKIR (REUTERS)

En el transporte público, el uso de mascarillas se ha convertido en un elemento obligatorio. Pero solo con esto no es suficiente. Ya son varias las iniciativas que intentan marcar los límites para garantizar los dos metros entre pasajeros.

En el transporte público de Jakarta (Indonesia), los pasajeros deben respetar la distancia de seguridad siguiendo las etiquetas adheridas a los asientos / ADI WEDA (EFE / EPA)

Ocio en tiempos de virus

Tomarse un respiro en tiempos de pandemia será, sin duda, diferente. La hostelería trabaja a contrarreloj para adaptar sus infraestructuras a estos tiempos. Algunos locales optan por reabrir ampliando la distancia entre las mesas. Otros, buscan soluciones imaginativas para proteger a los clientes de un eventual contagio.

Unos comensales disfrutan de una copa de vino situados dentro de una estructura que evita el contacto con el exterior, en un restaurante de la ciudad alemana de Hagen / FRIEDEMANN VOGEL (EFE / EPA)

Los espacios públicos también intentan aclimatarse a este nuevo contexto. En todo el mundo, parques, paseos marítimos y demás lugares de ocio se blindan para evitar aglomeraciones de visitantes.

Un hombre lee el diario en uno de los bancos el paseo marítimo de Long Beach, en Nueva York, donde se han clausurado algunos espacios para garantizar la distancia entre personas / ANDREW KELLY (REUTERS)

Algunas iniciativas pioneras para organizar el espacio empiezan a dar buenos resultados. Por lo general, todo apunta a que la gente está respetando las indicaciones para disfrutar del aire libre manteniendo la seguridad.

Varias personas disfrutan del buen tiempo situadas en unos círculos para respetar la distancia de seguridad dibujados sobre la hierba de un parque de San Francisco (Estados Unidos) / JOHN G. MABANG (EFE/EPA)

Uno de los retos inminentes será el de las playas. En estos lugares, en el que el vaivén de personas del agua a la toalla es incesante, la distancia de seguridad podría no ser suficiente. Algunas localidades estudian crear espacios compartimentados y pasillos para acceder al mar. Otras incluso plantean estructuras de plexiglás.

Unos trabajadores miden la distancia de seguridad entre sombrillas en la playa italiana de Ostia, cerca de Roma / CECILIA FABIANO (LA PRESSE / AP)

Mientras el mundo poco a poco va levantando las barreras, ya son muchos los que especulan sobre cómo será el ocio en un futuro en el que el miedo al contagio persistirá. Las iniciativas para retomar la normalidad en los ambientes festivos son a cada cual más ingeniosas. Solo queda saber si funcionarán.

Dos jóvenes brindan desde unos flotadores diseñados para garantizar la distancia de seguridad, en Maryland (Estados Unidos) / KEVIN LAMARQUE (REUTERS)