Enrique Floriano Millán nació en Lorca (9-10-1982), pero pocos pueden discutir que, al haber vivido casi toda su vida en Badajoz, se trata de un deportista extremeño. Y bien grande: es sin duda el más laureado de la comunidad en el ámbito paralímpico, donde suma nueve medallas (dos de oro, cinco de plata y dos de bronce) en cuatro Juegos distintos (2000, 2004, 2008 y 2012). Todo lo consiguió en natación para deficientes visuales (clase S12), pero, como él mismo se define como «un adicto al deporte», tiene un nuevo desafío: Tokio. La sorpresa es que quiere hacerlo en una disciplina distinta, el remo. Reconoce que, «egoístamente», el aplazamiento al 2021 debido a la pandemia del covid-19 le ha venido bien para tener más tiempo en su rápida transición.

En enero de este año se creó una comisión para formar un equipo de cuatro remeros, un scull mixto de dos mujeres y dos hombres con discapacidad diversa. «Fue pura casualidad. David Casinos, uno de los mejores atletas paralímpicos que ha habido, me lo comentó. ¿Por qué no nos metemos en esto? Siempre se me había dado bien el remo. Se convocaron dos tests, uno de 6.000 metros y otro de 2.000, y en los dos logré el mejor tiempo, así que tendría muchas posibilidades», cuenta Floriano desde Madrid, donde ahora reside. Iba a acudir a una concentración en la que se decidiría el equipo que finalmente acudiría al Preolímpico, pero esa cita estaba fijada en marzo en Italia y tuvo que cancelarse.

«Haber aplazado los Juegos nos da más margen de maniobra para confeccionar una selección definitiva», comenta. Las inmensas ganas que tiene se resumen en una frase bien espontánea y con acento extremeño: «Ya nos hemos calentado el morro».

REGRESO FRUSTRADO // ¿Qué ha sido de Floriano después de que en Londres-2012, con una plata en los 400 metros libre, se anunciase su retirada? Ya anteriormente había ejercido como cocinero y a continuación entró en el plan ADOP de integración de deportistas profesionales al mercado laboral. «Empecé como administrativo en una empresa transmitiendo los valores del deporte: el compromiso y el compañerismo», recuerda. Actualmente vive en la zona de Villaverde, donde trabaja como técnico de proyectos en el ámbito de Madrid y Castilla-La Mancha en Ilunion, empresa del Grupo Social Once: «Creo en las oportunidades más que en la suerte. Como ejemplo, he tenido la oportunidad de hacer con la Universidad de Navarra un master de gestión de entidades deportivas con gente como Pedro Delgado».

Y es que el deporte ha seguido muy presente en su vida. Tanto echaba de menos la competición que hace dos años intentó volver a la natación, «pero me quedé a dos décimas de lograr mi objetivo de ir al Europeo y fue frustrante. Mentalmente estaba muy preparado, pero el cuerpo ya no me acompañaba tanto tras haberlo dejado».

Su rendición estaba lejos, pero un nuevo reto donde calmar su hambre de competición. El remo y Tokio-2021 son pues su nuevo horizonte, ahora como miembro del Club de Remo Madrid Velocidad. No ha perdido de vista Badajoz, donde la piscina climatizada de La Granadilla lleva su nombre. «Mis padres siguen allí, aunque a veces les tengo que reñir para que no salgan porque son tan inquietos como yo, aunque también son tan disciplinados como los deportistas», bromea. Le ha dolido que se hayan tenido que aplazar los actos de aniversario del Club Natación Badajoz, su casa de siempre. «Los haremos cuando esto pase», desea. Debe acabar la charla con el multimedallista paralímpico: el teletrabajo y la máquina de remo le esperan en la misma sala.