Lo primero que sigues inspeccionando al despertar es el whatsapp, porque ni aún durante el confinamiento se pierden las malas costumbres. Esta mañana apareció la imagen enviada por un amigo a las 03.21 de la madrugada. Se veía un cubata sobre la mesa de su terraza con la palabra Copazo. Es absolutamente hermoso que alguien que disfruta de un momento tan mágico te recuerde, que añore los episodios felices en los que en la cuesta del Padu tratábais de cambiar el mundo, aunque a la mañana siguiente todo siguiera igual que antes y aquella danza de burbujas se hubiera disipado con la resaca.

Sin embargo, este amanecer algo ha cambiado. O quizás continúe de la misma manera y resulta que lo que se ha transformado ha sido tu mirada...

Antes del whatsapp, los ojos se abrieron cuando cuatro albañiles se afanaban en la obra de la casa de al lado. Hoy es Día del Trabajo, dicen que es festivo, pero es una mentira como una catedral porque aún siendo fiesta en el calendario hay mucha gente que está currando. No sé si las obras estaban permitidas a esa hora, pero lo cierto es que no pienso quejarme, porque bastante sangría hay como para lamentar que unos trabajadores interrumpan tu sueño en pleno viernes de recogimiento. Que sigan en el tajo, y que hagan el ruido que les dé la gana, pues bastante descosidos se están quedando los bolsillos de los cacereños como para encima rechistar.

Tocaba hacer la compra: no había leche en la nevera ni patatas en la despensa. Es curioso que en las tres multitiendas del barrio no tengan datáfono y haya que pagar en efectivo.¡Ay, el comercio cacereño siempre cercenándose! Así que no queda más remedio que subir al Spar de San Pedro. Dice uno de sus empleados que antes eran ocho, y que ahora son cuatro (por favor, que pare este desastre de despidos y que las cosas vuelvan cuanto antes a ser como fueron).

La cola es larguísima, llega más allá de la estatua de Leoncia. Los clientes esperan estoicamente su turno, portando mascarillas y guantes mientras padres con niños en bicicleta pasean por la que hasta hace siete semanas era la arteria comercial de Cáceres.

En el local donde antes estuvo Pirámides, la tienda de regalos, abrirán este lunes una peluquería. La terminación de la reforma les pilló en pleno estado de alarma y, casualidades de la vida, justo esa jornada en la que podrán reactivarse los pequeños negocios se estrenará Alpha Barber Shop (suerte para ellos, se la merecen, que no todo van a ser malas noticias).

Aguardando su turno para entrar en el Spar está Juan Sebastián, que tiene nombre de ese marino español que completó la primera vuelta al mundo en la expedición de Magallanes, pero que en realidad es profesor de violín en el conservatorio. Cuando se puso feo esto de la pandemia, él estaba en una gasolinera repostando el coche y le regalaron una perrita, que aún no está bautizada, pero que seguramente se llamará Dika, que al parecer es ruso y viene a significar loba o traviesa o algo así (no me hagan mucho caso). Lo cierto es que Dika nunca había salido a pasear. Este Primero de Mayo escribía el primer minuto de su cuaderno de bitácora, el primer minuto de aire confinado sabiendo lo que a partir de ahora será su nueva normalidad.

Dika, ojalá pronto brindemos por tu bautizo en la cuesta del Padu.