El atardecer marca el fin del ayuno un día más y Adel Najjar deja la mezquita para celebrarlo con su familia sabiendo que luego no volverá al templo, en el Ramadán más atípico que recuerda. “Los musulmanes somos ciudadanos y nos preocupa la sociedad. Está por encima la salud que el tipo de celebración”, subraya sin embargo Najjar, imán de la mezquita de Badajoz y presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Extremadura.

Alrededor de 20.000 extremeños musulmanes, unos 12.000 en la provincia de Cáceres y alrededor de 8.000 en la de Badajoz, están llamados a celebrar el mes de ayuno: “El ayuno es un ejercicio, el final es la moral, la ética. El objetivo es ayunar de la mentira, de la maldad”, explica Najjar.

El Ramadán es una festividad eminentemente colectiva: “Es un mes de alegría, de convivir con la familia, con los amigos, con los vecinos. Las mezquitas están abiertas e invitamos a todos a participar”, narra el imán. Pero este año esas puertas quedan cerradas: “Hoy lo vivimos en familia, pero también es una buena oportunidad para aprovechar y fomentar la relación con ella”, afirma.

Durante el mes de Ramadán, es tradicional que la comunidad se reúna tras el ocaso del Sol en torno a la mezquita, en donde festejan y conviven, pero Najjar remarca que el modo de celebrar pasa a segundo plano dada la actual situación. “Echamos de menos volver a la mezquita como los hermanos católicos echan de menos volver a sus iglesias”, cuenta. “La Semana Santa no se pudo celebrar en comunidad, tampoco el Ramadán, pero ante todo somos ciudadanos”, añade.

El imán advierte además de que la convivencia con la comunidad es solo una de las características de este mes de ayuno y que el resto de pilares del Ramadán se pueden seguir practicando, como la solidaridad con los más necesitados: “La solidaridad la debemos practicar siempre, pero durante el Ramadán hay una actividad más intensa. Una mezquita cerrada no significa que tengamos los ojos cerrados”, dice. Así, por ejemplo, la comunidad musulmana está llevando a cabo varias iniciativas para ayudar a familias necesitadas en el barrio pacense del Gurugú. “Esta semana repartimos los alimentos donados por Ahmad Khatib (dueño del matadero de Olivenza)”, narra. “Lo vivimos en confinamiento pero nuestros sentimientos siguen libres”, agrega.

La tradición dice que durante el Ramadán las puertas del cielo quedan abiertas para que Alá escuche las súplicas de los creyentes. Najjar no duda sobre cuál será la petición dominante este 2020: “Pedimos a Dios que nos saque de esta crisis cuanto antes”.