La barrera invisible que la covid-19 obligó a levantar hace tres meses y medio entre España y Portugal desaparece y ambos pueblos vuelven a abrazarse, aunque de momento tenga que ser de manera metafórica y con mascarilla. La reapertura de la frontera se escenificó ayer en un doble acto diseñado al más alto nivel, primero en Badajoz y después en la vecina ciudad lusa de Elvas, con la presencia de los jefes de Estado de ambos países, el Rey Felipe VI y el presidente de la República portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, a quienes acompañaron el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro portugués, Antònio Costa.

La intención era dotar de solemnidad la recuperación de la movilidad en la frontera más larga y antigua de Europa, que normalizará las relaciones de dos territorios que son «vecinos y hermanos», a los que, además de vínculos económicos y culturales, les une su visión sobre la pandemia y los retos a los que debe hacer frente a partir de ahora la Unión Europea, según destacó Sánchez.

En un momento en el que los rebrotes están proliferando en ambos países, el presidente español quiso trasladar un mensaje de «tranquilidad, sosiego y certeza» porque «aunque sin bajar la guardia, tenemos que empezar a recuperar nuestra vida, nuestro día a día y aprender a convivir con el virus», señaló. En este sentido, puso en valor las capacidades en materia sanitaria de las comunidades autónomas, que han salido «muy reforzadas» de esta crisis, como demuestra su «capacidad de antelación» ante la aparición nuevos focos. «Esperemos que jamás se tenga que volver a cerrar la frontera por la pandemia», confió.

También Costa defendió que la reapertura de la frontera hispanolusa no debe verse como una amenaza, sino como una «oportunidad» para el desarrollo común en la etapa de reconstrucción y subrayó que hasta que no haya una vacuna, españoles y portugueses deberán convivir entre ellos y con la covid-19, como ocurre en el resto del mundo. «Si todos cumplimos las reglas, esta frontera se quedará abierta para siempre», afirmó.

Los dos actos con los que se oficializaba la reapertura de la frontera estuvieron cargados de simbolismo y se desarrollaron de manera muy similar en dos escenarios defensivos que, como recordó el primer ministro portugués, se levantaron a ambos lados de La Raya para «apartarnos» y que ahora se eligen para representar todo lo contrario. «Nada mejor que volver a estos marcos para simbolizar el reencuentro», dijo Costa, quien como Sánchez calificó la jornada de «importante y emotiva».

En Badajoz, el escenario escogido fue la alcazaba árabe, donde estuvieron presentes el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, la delegada del Gobierno, Yolanda García Seco, la presidenta de la Asamblea de Extremadura, Blanca Martín, y el alcalde, Francisco Javier Fragoso, entre otras autoridades.

En la plazoleta del Museo Arqueológico Provincial se escucharon los himnos de España y Portugal interpretados por un cuarteto de cuerda de la Orquesta de Extremadura (único momento en el que los jefes de Estado y presidentes se desprendieron de sus mascarillas) y, tras un breve recorrido por las murallas del recinto, el alcalde pacense, en nombre de la ciudad, entregó a Felipe VI, Rebelo de Sousa, Sánchez y Costa un facsímil del Tratado de Badajoz, documento que recoge la que se considera la más antigua delimitación de las actuales fronteras europeas.

Ya camino de Elvas, la comitiva detuvo los vehículos unos instantes en la parte portuguesa de la que fue la antigua frontera de Caya, para continuar después hasta el castillo de la ciudad lusa, donde se volvieron a escuchar los dos himnos nacionales, esta vez a cargo de miembros de la Banda de Música de la Armada Portuguesa. Antes de concluir, pudieron disfrutar de las vistas del mirador de la fortificación, desde el que se divisaba Badajoz.

Añoranza de la Raya

Portugal ha sido el último país de la Unión Europea con el que España ha recuperado la libre circulación de personas y vehículos, diez días después que con el resto de estados del espacio Schengen y por petición de las autoridades lusas. Las poblaciones de La Raya esperaban con impaciencia este momento, pues en sectores como el comercio y la hostelería un elevado porcentaje de clientes procede del otro país en ambos casos.

«Todavía no he ido a Badajoz, pero lo haré esta tarde, porque hago todas las compras de ese lado y han sido tres meses muy dolorosos, porque me gusta la vida social que se hace allí; los portugueses somos un poco más tranquilos», contaba ayer Sandra Monteiro, vecina de Elvas.

También han notado en el bolsillo el bolsillo durante estos tres meses el gasto por llenar el depósito de sus vehículos. «En Portugal el combustible está mucho más caro que en España, y por eso cruzamos la frontera para repostar».

Del lado opuesto también se ha echado de menos a los vecinos portugueses y muy especialmente su gastronomía. Es el caso de Juan Acosta, de Almendralejo, que se trasladó a Badajoz para ver al Rey, pero como no pudo, decidió seguir camino hasta Elvas, donde sí lo consiguió. Visita la ciudad lusa de forma habitual para comer en un conocido restaurante local y ayer no iba a ser menos. «Estábamos deseando volver a Portugal: somos vecinos y amigos de toda la vida», decía.

En la primera jornada de apertura de la frontera hispanolusa ya se registró movimiento de vehículos a uno y otro lado y también la visita de portugueses a las principales zonas comerciales de Badajoz, aunque la previsión es que sea el próximo fin de semana cuando se produzca una afluencia significativa de portugueses que se desplazan a Extremadura y de extremeños que viajan al Alentejo.