Un 12 de octubre insólito. Insólito, como casi todo lo que ha forzado la pandemia del covid. Un acto de celebración de la Fiesta Nacional, minúsculo, sobrio. Con una parada militar reducida a la mínima expresión en un entorno solemne, la plaza de la Armería del Palacio Real de Madrid, pero también inexplorado hasta ahora, porque el escenario tradicional era el paseo de la Castellana. Nada es lo que era antes, y este 12-O, el primero con el Gobierno de coalición en el poder y con un estado de alarma decretado solo en la capital y en otros ocho municipios de la región, tampoco.

La sencilla ceremonia, de 45 minutos de duración, comenzó a mediodía, con la llegada de los Reyes y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, a la plaza de la Armería. Los cuatro recibidos por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Después, el protocolario saludo a las autoridades, empezando por las presidentas de Congreso y Senado, Meritxell Batet y Pilar Llop, los presidentes del Poder Judicial y del Supremo y del Constitucional, Carlos Lesmes y Juan José González Rivas, y el Gobierno en pleno, con la única ausencia de la titular de Exteriores, Arancha González Laya. Era la primera vez que se encontraban Felipe VI y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, tras las críticas de este (y del ministro de Consumo, Alberto Garzón) al Monarca del pasado 25 de septiembre, cuando el Monarca fue vetado por el Ejecutivo para acudir a la entrega de despachos judiciales en Barcelona.

Acto de celebración de la Fiesta Nacional presidido por el rey / DAVID CASTRO.

No hubo contratiempos ni tensiones en ese saludo fugaz con el Rey. Si acaso, diferencias en la gestualidad. Más contenidos y rígidos Iglesias y Garzón. Más efusivos, con la mano en el pecho, Irene Montero, Yolanda Díaz y, sobre todo, Manuel Castells. Pero nada fuera de protocolo. Lo que sí se convirtió en una compañía constante en todo el acto fueron los gritos de "¡Sánchez, dimisión!" y los abucheos y pitos contra el Ejecutivo de algunos ciudadanos congregados a las puertas del Palacio Real y que penetraban por los muros hasta hacerse oír, como una banda sonora casi continua, en la plaza de la Armería. Vox había convocado protestas contra el Ejecutivo este 12-O y contra la declaración del estado de alarma.

Casi todos los mandatarios autonómicos

En la tribuna de autoridades, mucho más reducida que en años anteriores, la mayoría de los presidentes autonómicos -solo faltaron los de Euskadi, Aragón, Baleares, Murcia y el jefe del Govern interino, Pere Aragonès-; los líderes de la oposición conservadora -Pablo Casado (PP), Inés Arrimadas (Cs) y Santiago Abascal (Vox)-, los portavoces parlamentarios de Congreso y Senado, y los miembros del Gabinete de Sánchez en la Moncloa. Los cinco ministros morados eran los únicos representantes de Unidas Podemos.

La pandemia obligó a cancelar el desfile en la Castellana y también la recepción posterior en el Palacio Real. No hubo corrillo alguno con periodistas, pero sí algunas conversaciones de las autoridades previas al arranque del acto. Algunas llamativas, como la que mantuvo Iglesias con Lesmes y González Rivas, con Llop en el mismo círculo, o la charla posterior y larga entre Calvo y el presidente del Poder Judicial. Al menos puertas para afuera, ante las cámaras, Lesmes y el Gobierno querían evidenciar una cierta distensión después de semanas de enfrentamiento.

Pero sin duda la mayor expectación estaba volcada en el encuentro entre Sánchez y la jefa del Ejecutivo madrileño, Isabel Díaz Ayuso, después de que el viernes el Gobierno decretara la alarma sin su consenso. Ayuso llegó a la plaza de la Armería acompañada por el alcalde de la capital, su compañero de partido José Luis Martínez-Almeida. Ambos ejercían de anfitriones y tenían que recibir al presidente. Sánchez saludó a ambos. El aire se podía cortar. Mientras esperaban a los Reyes, se dispusieron en corrillo junto a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Miguel Ángel Villarroya. A distancia, desde donde se situaron los periodistas, se podía ver la escena de tensión. Apenas cruzaban palabra Sánchez y Ayuso, y la conversación parecía sostenida, sobre todo, por Robles y Villarroya.

Sánchez y Ayuso protagonizan un frío saludo en el acto de la Fiesta Nacional.

Una vez arrancado el acto, no hubo ocasión de que el presidente y la dirigente del PP se volvieran a acercar. Por el puro protocolo, ya que Ayuso y Almeida se sentaron en la tribuna de autoridades, distinta a la del Gobierno. Sánchez en cambio sí departió generosamente con la Reina y con sus hijas mientras Felipe VI pasaba revista a las tropas.

Acto corto y castrense

La ceremonia fue básicamente castrense. Y reducida a la mínima expresión. Solo participaron unidades ubicadas en Madrid, con excepción de la Legión, y en este caso fue porque en este 2020 se cumplieron sus primeros cien años de vida. De la parada militar, en concreto, solo formaron parte 527 efectivos. Una unidad de música y ocho secciones correspondientes a la Guardia Real, la Academia Central de la Defensa, el Regimiento Inmemorial del Rey número 1, la Agrupación de Infantería de Marina, la Escuadrilla de Honores del Ejército del Aire, la Unidad Militar de Emergencias, la Agrupación de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil y la Legión.

Defensa quiso además que, aparte de las Fuerzas Armadas, participaran representantes de los colectivos civiles que han luchado contra el covid, como la Policía Nacional, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, el SUMMA, el ERICAM, el Cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad de Madrid, el SAMUR, la Policía Municipal de Madrid y los cuerpos de bomberos de la capital y de la región.

La Patrulla Águila pintó el cielo azul de Madrid con los colores de la bandera de España. El acto iba llegando a su fin. A las 12.45, ya todo había concluido. El Gobierno y las autoridades se adentraban en el Palacio Real para preparar la salida mientras en la calle aún se escuchaban gritos contra el Ejecutivo.