Es el continuo dilema de la desescalada: que se permita abrir no supone necesariamente que se pueda abrir o que sea conveniente hacerlo. Sucedió con el comercio cuando en la primera fase se le permitía abrir ya con cita previa y también en la hostelería con la limitación inicial del 40% del aforo solo en terrazas y más tarde también con la limitación del aforo en el interior. Se podía abrir, pero los empresarios entendían que no era conveniente hacerlo porque la relación entre gastos e ingresos no iban a guardar proporción. Y así, no hay negocio posible. Algo así sucede ahora con una de las actividades que despiertan en la fase tres: el ocio infantil y juvenil.

Desde hoy ya pueden abrir sus puertas las ludotecas y se pueden organizar también actividades al aire libre con menores, pero con una limitación de aforo del 30%. «Así es complicado que la actividad puede ser rentable. Nosotros no abriremos antes del 22 de junio», dice Arelis de Ángel, que regenta en Cáceres el local Popipark, un espacio habitual en las fiestas de cumpleaños infantiles. Y eso que el local lo han ido poniendo a punto en las últimas semanas para adaptarlo a las exigencias actuales, más por iniciativa propia que por la existencia de unas directrices claras. «Hemos desinfectado el local, en las piscinas de bolas, hemos cambiado todas las pelotas por otras nuevas y contamos ya con hidrogel para niños y con unas bolsas en las que se meterán sus pertenencias cuando entren en el local», explica. Además han renovado también las vajillas y manteles que se usarán y se fomentará el uso de la mascarilla entre los mayores de seis años. Con los niños más pequeños, se trabajará con los monitores para minimizar la posibilidad de contacto.

Todo está a punto, el problema es que con la limitación de aforo, en su local no pude haber más de 6 niños. Así dice que no le salen las cuentas, porque el contador de gastos no va a parar de subir desde el momento en el que abra las puertas y tenga que reanudar pagos como el alquiler del local, que tiene paralizado desde el cierre del local el pasado marzo.

En Badajoz el 90% de los establecimientos de este tipo se inclinan también por no abrir en esta fase, o al menos de momento, porque entienden que no se dan las condiciones para que sus negocios puedan resultar rentables. Entre los que no abrirá está el negocio de Pedro Gallego, empresario con ocho años de trayectoria en el sector del ocio infantil y dos empresas, una de ellas dedicada a la animación (Animavip) y otra a la organización de cumpleaños en el local Badababy. En su caso va a esperar a que llegue la fase de normalidad y ha empezado a promocionar ya campamentos urbanos para ese periodo ante la previsión de que se puedan organizar ya entonces ese tipo de actividades. «Hemos sido muy cautos. Estamos ofertando la mitad de las plazas y ya tenemos familias interesadas», afirma, aunque lamenta que no puedan trabajar con cierta previsión por las circunstancias y apela a la «complicada» situación que todas las empresas viven tras tres meses cerrados. «No hay ingresos, pero hay gastos que se han mantenido, como los alquileres», recuerda.

Lo peor es que en este tiempo de parón ha perdido ya buena parte de la mejor época del año, que abarca de abril a agosto, principalmente por las comuniones y eventos como bodas. «En esa época hacemos entre el 70% y el 80% de la facturación anual», afirma. Pero en lugar de eso, lo que ha tenido en estos meses ha sido más de un centenar de cancelaciones.

«Y me preocupa la situación de incertidumbre que hay, porque tampoco es fácil lanzarse a abrir», lamenta, aunque trata de ser optimista con la oportunidad de negocio que pueden suponer las comuniones en septiembre. «Confiamos en recuperar ahí algo», dice.