No solo los grandes núcleos turísticos y los magníficos enclaves naturales, culturales o costeros se van a ver claramente perjudicados por la suspensión de los viajes del Imserso para esta temporada. Otras localidades que no son destino final de este programa, pero que durante décadas han sido punto de parada y fonda para miles de pensionistas, también forman parte de las empresas perjudicadas por esta decisión, motivada por la pandemia del coronavirus. Ejemplo claro de este duro revés para el sector servicios y fundamentalmente para el subsector de la hostelería es Monesterio. Según estimaciones de algunas de las empresas que habitualmente participan en este programa de envejecimiento activo y saludable, esta temporada, la hostelería local dejará de servir alrededor de 20.000 comidas o cenas.

Y es que, Monesterio, por su situación geográfica, ha sido desde siempre lugar de referencia para hacer un alto en el camino para comer. A media distancia entre las zonas costeras y el centro del país, los establecimientos hosteleros de esta localidad han sido receptores de este tipo de turistas desde que se implantara el programa. En algunos casos, como el Restaurante Mallorca, durante los últimos treinta y seis años.

Desde siempre

“Hemos tenido temporadas de hasta 10.000 comidas”, explica José Calderón, copropietario de este restaurante, que por vez primera desde que abriera sus puertas, deja de participar en este programa. Estos menús “tienen un precio muy ajustado”, con lo que “sin ganar mucho dinero, siempre han dado cierta alegría al negocio, y un beneficio principal, que ha sido poder mantener el empleo de mis trabajadores durante todo el año”. Esta temporada no será así, y la empresa ya se plantea reducir plantilla. “Mucho nos temíamos que este año la cosa sería así”, se lamenta Calderón. La temporada pasada “se nos quedaron colgadas más de 3.500 comidas”, revela el empresario, pues el inicio del estado de alarma sanitaria provocó que dejaran de realizarse estos viajes vacacionales. Es más, el mismo día 15 del pasado mes de marzo, --horas previas antes del confinamiento-- “nos dejaron la comida puesta en la mesa”.

Negocio indirecto

Para este restaurante resulta fácil echar las cuentas, ya que anualmente firma contrato con las concesionarias del programa. Otras, como el caso del Hotel y Complejo Leo, que formalizan estos servicios con determinados empresarios turísticos, verán reducida la venta de menús, “en más de un 30%”, subraya Antonio Chavero, gerente de la sociedad que gestiona el área de servicio de la A-66 próximo a Monesterio. Y es que, tras la declaración del estado de alarma, el programa apenas tuvo incidencia, con lo que se presagiaba esta realidad. Pero, las pérdidas económicas no sólo serán las relacionadas con los servicios de comida, pues a ello, hay que sumar “todo el negocio indirecto que genera” este turismo en el propio bar, en la tienda de recuerdos, y fundamentalmente en la venta de chacinas y embutidos.

Este programa, diseñado desde sus orígenes para facilitar el turismo a las personas mayores, a precios reducidos, permite el mantenimiento de muchos puestos de trabajo, --tanto en el sector del turismo, como en el de la hostelería--, durante la temporada de invierno, y en no pocos casos, ha servido para el mantenimiento fijo de plantilla en algunos establecimientos hosteleros de Monesterio. Al día de hoy, fechas próximas a lo que hubiera sido un nuevo inicio de campaña, (de octubre, a junio), los empresarios vuelven a plantearse reducir su número de trabajadores, o en el mejor de los casos, retornar a algunos de sus empleados a la situación de ERTE.