Cáceres no se entiende sin turismo. En las últimas décadas, la capital cacereña se ha posicionado como destino para visitantes de todos los puntos del planeta. Con el atractivo de los palacios y del casco antiguo por bandera, atrae a miles de personas cada año, que recorren sus calles y se enamoran de sus rincones. Tanto es así, que el turismo se encuentra a la cabeza entre los motores económicos más potentes para la supervivencia de la ciudad. La primavera, con su Semana Santa, otro de los bastiones de la capital, era clave, pero la crisis sanitaria, que ha devorado la normalidad y que ha confinado durante meses al mundo, ha paralizado el empuje del sector hasta reducirlo a cero. Si no hay visitas, no hay ganancias.

Por fortuna, aunque tímida aún debido a las restricciones de movimientos en el país para evitar que se propague el virus, negocios como tiendas de souvenirs, vinculadas estrechamente a los visitantes, inician su particular desescalada. Precisamente este martes lo hizo la tienda de recuerdos de Pintores, una de las calles que recibe tránsito continuo del turismo ya que es punto de entrada a la almendra histórica. Tras el mostrador se encuentra Adara.

Es el primer día que abren, gel hidroalcohólico en la puerta y mascarilla obligatoria. En lo que va de mañana, la trabajadora reconoce que la realidad no se asemeja a la que vivían antes de la pandemia en la que la afluencia de turistas era constante, pero confiesa que la curiosidad ha atraído a los cacereños al local. «Ya se ve movimiento en las calles», sostiene. En esa línea, confía en que, a pesar de las restricciones para viajar, sea ahora el turismo de cercanía, el de la propia región o el de comunidades anexas, el que salve la temporada. «La gente tiene ganas de salir, ahora no irá tan lejos, a lo mejor alguien de Las Hurdes que no venía hace años ahora se plantea venir a Cáceres, tendremos que ayudarnos entre todos y apoyarnos entre nosotros», pone de manifiesto.

También en la capital cacereña y a escasos metros, otro de los espacios que inició este martes su desescalada fue la biblioteca del Palacio de la Isla, de momento exclusivamente para consulta y préstamo de libros. En cuanto a la sala Belleartes, que pretendía reabrir sus puertas este viernes, comunicó ayer que la inauguración de la exposición de Fermín Solís se retrasa una semana y será el próximo 11 de junio.