La hermandad de la Virgen de la Victoria celebró el sábado su tradicional ofrenda floral a la patrona de los trujillanos en uno de los escenarios más atípicos e inesperados. Javier Diz, presidente de dicha hermandad, ya vaticinaba los días previos que este año, “todo sería diferente”, sin embargo, lo importante para el colectivo era “continuar con la tradición, teniendo siempre en cuenta las medidas de prevención necesarias.

Así, a partir de las siete y media de la tarde, los vecinos emprendían su marcha al castillo que preside la ciudad, con un elemento indispensable, la mascarilla, la clara protagonista de la edición. Era una de las condiciones que la hermandad solicitaba cumplir, incluso en el cartel, para acudir al acto, en el que las sillas estaban dispuestas con la correspondiente distancia de seguridad, en el patio de armas.

Del mismo modo, en la entrada del recinto, había gel hidroalcohólico, algo que también se requería a los asistentes como medida de seguridad, al igual que el evitar los corrillos y encuentros, probablemente, una de las premisas más complicadas de mantener, a pesar de que, en esta ocasión, debido a las restricciones del estado de alarma, no han podido asistir los miembros de hermandades residentes en otras provincias. En cualquier caso, como en ediciones anteriores, sí que asistieron miembros de la corporación municipal y representantes de varias entidades religiosas.