Son muchas las voces que desde que se inició el estado de alarma vienen reclamando que los más pequeños puedan salir de casa. Y 40 días después, el domingo llega el momento de hacerlo. Una medida que apoya el psicólogo Alberto Blanco, que actualmente trabaja en el Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana Fisiotex de Don Benito. Este especialista en Psicología Infanto-Juvenil y Clínica Infantil defiende que se ha tardado mucho en atender a los menores, apunta a la necesidad de explicar bien a los pequeños lo que van a ver ahora en la calle y advierte del repunte de problemas psicológicos que ya se ven y crecerán tras el confinamiento, como depresión, ansiedad, trastornos de conducta, pero también habla de problemas con el alcohol, suicidios y más casos de violencia de género: «hay un repunte grande de violencia a la pareja y también hacia los menores».

-¿Cómo está afectando a la población en general, y a la infantil en particular, llevar cinco semanas de confinamiento?

-Después de tantos días confinados empiezan ya a aparecer síntomas de depresión, ansiedad, estrés, baja autoestima... En los niños, que son más activos, sobre todo problemas de conducta, algunos tics, conductas un poco regresivas como hacer pis en la cama y problemas de sueño, que afectan tanto a niños como a adultos.

-¿De qué depende?

-Antes del confinamiento cada persona también tenía ya sus propios problemas y su propia salud mental y emocional. No depende de la edad ni del grado de madurez, simplemente del estado en el que nos cogió a cada uno antes del confinamiento.

-¿Qué le parece que los menores puedan empezar a salir a pasear?

-Es una medida necesaria. Se tenía que haber contado con los niños desde el primer día de confinamiento y no esperar 40 días, como han hecho países como Bélgica y Suiza. Creo que es completamente necesario que salgan. Y están tardando también en proyectar algún plan integral de salud infantil y de la población en general para paliar lo que se nos viene.

-Después de cinco semanas en casa, ¿qué va a suponer para los menores pisar a la calle?

-Si salen de paseo y no como tenían programado en un principio, lo primero que van a sentir es un alivio. Se van a aliviar tanto física como emocionalmente, pero debemos tener mucho cuidado porque también les tenemos que explicar que lo que están viendo en la calle es real, que no es ficción. Van a ver a gente con guantes, con mascarillas, a gente que no se saluda, que no se abraza, que se separa, incluso barreras físicas… todo eso conviene explicárselo a un niño porque si no va a entrar en una cosa que los psicólogos llamamos disociación, que es no saber muy bien que es realidad y que es ficción. Es la antesala de la depresión y hay que tener mucho cuidado. No es sacarles a la calle y ya está.

-¿Los niños son capaces de entender que salir ahora no significa poder ir al parque, ver a sus amigos, volver a la normalidad?

-La calle es un elemento normalizador, pero la normalidad no va a existir para nadie. Todo eso lo van a entender cuando vean los parques precintados, que los amigos no se acercan… ahora mismo lo escuchan, pero como si fuese un cuento, una historia.

-Habla de alivio, pero hay padres que sienten cierto temor, ¿cómo hay que afrontar esta situación?

-Los padres tienen que ser coherentes y realistas. Los menores son los principales vectores asintomáticos del virus, pero no podemos entrar en una histeria colectiva porque ellos salen a comprar, a trabajar, a tirar la basura… es decir, lo que vayan a hacer sus hijos fuera no es ni la mitad de la exposición que hacen ellos a diario. Mi mensaje es de confianza porque realmente va a ser un alivio para los niños.

-Desde el punto de vista psicológico, ¿es realmente urgente que salgan los menores? ¿Tienen que ser ellos los primeros?

-Desde luego que sí. Se nos está olvidando una cosa muy importante y es que todos estos niños y adolescentes que tenemos confinados están aprendiendo cómo resolver problemas de este tipo en el futuro cuando ellos sean los que decidan, los políticos, los trabajadores, los padres… Ahora mismo están aprendiendo igual que hemos aprendido todos en nuestra infancia como resolver de adultos ciertas cosas. Por eso hay que educarles también en la solidaridad y la inteligencia táctica.

-¿Qué le parece el límite de edad impuesto hasta los 14 años?

-Es un error. Se ha escogido la edad pediátrica y eso deja un problema muy grande porque hay jóvenes de entre 14 y 18 años, los próximos que irán al mercado laboral, que están siendo los más olvidados. En un futuro podrían sentirse ofendidos y aislados y eso es peligroso para la sociedad. No se pueden protocolizar ciertas cosas en estos momentos, hay que atender más las circunstancias.

-La OMS ha advertido de que aumentarán los problemas psicológicos tras el confinamiento. ¿Qué opina? ¿Puede dejarnos secuelas haber pasado por esta situación? ¿De qué depende?

-Se habla de que se van a triplicar en adultos y a duplicar en niños. Tampoco conviene alarmar, porque luego los niños son los que más se adaptan a estas situaciones, son los que mayor resiliencia tienen. Son esponjas emocionales a los que debemos transmitir salud y tranquilidad. Por eso me preocuparía más por los adultos, que además tienen que cuidar de los niños. Diferencio entre dos bloques de problemas que van a crecer. Por un lado, depresión, ansiedad y estrés postraumático, y un segundo bloque con problemas más tabús que se van a incrementar: la violencia doméstica, problemas de alcohol y suicidios. Y hay que hablarlo y trabajar en ello.

-¿Qué podemos hacer nosotros mismos para evitarlos?

-Hay una fórmula muy clara, cuidarse. Y ahora más. Hay que cuidarse a nivel de salud física para no convertirse en una persona de riesgo de enfermedades y también la salud emocional: si no cuidas tu aspecto, tus grupos sociales, tu trabajo… también vas a ser una persona que pueda sufrir ansiedad o depresión y te puede llegar a incapacitar. Hay que recordar una cosa muy importante, antes de todo esto la depresión ya estaba declarada como una pandemia por la OMS, es decir, que salimos de una pandemia para entrar en otra que ya existía.

-¿Cómo se puede afrontar ahora la muerte de un familiar del que ni siquiera te puedes despedir?

-Es complicado. El duelo es algo ordenado que se tiene que dar para que una persona pueda volver a la calma y a la realidad. Pero ahora no se puede llevar a cabo el protocolo del duelo que te ayuda a volver a la normalidad tras unos días de sufrimiento intenso. No hay acompañamiento, velatorio, funeral… Los duelos de ahora son patológicos. Debería haber un seguimiento de profesionales a estas personas.

-¿Van a cambiar las relaciones sociales cuando volvamos a la calle?

-Sí, seguramente tardaremos un año y medio o dos en recuperar los contactos esenciales y vamos a cambiar la forma de relacionarnos. Quizás sea para siempre, pero no tiene por qué ser a peor.

-Usted ofrece ahora ayuda psicológica gratuita a sanitarios y cuerpos de seguridad. ¿Cómo están?

-Salen con mucho estrés por las horas de trabajo, por las responsabilidades extra que se están cargando como comunicar duelos. Luego también tienen la presión social. Recibir aplausos un día es un halago y tremendamente positivo para un profesional, pero todos los días a la misma hora es una presión tremenda para muchos porque se espera de ellos lo máximo cada día y hay que respetar que haya días en los que se encuentren mal.