Pasan las dos y media de la tarde y en las estanterías del Provecaex de la calle Antonio Silva comienzan a faltar algunos víveres. No queda carne de pollo y el pescado también escasea. La sección donde se expone el papel higiénico y las toallitas, clarea; los dependientes portan mascarillas. «Ahora sí lo vemos cerca. Hasta hace dos días todos bromeábamos pensando que esto era cosa de Corea, o de Milán, pero es que le puede pasar a tu padre, a tu vecina, a tu compañero del trabajo...» Andrés aguarda en la cola del fiambre y habla en voz alta; el resto de clientes lo escuchan atentamente y asienten con la cabeza.

Al lado está la carnicería. El empleado trata de explicarle a una señora que no hay carne de pollo. «Es que no le puedo dar una explicación. Se lo han llevado todo», le dice respetuosamente. Ella, a tenor de la expresión de enfado de su rostro, no lo entiende.

Ya en la caja una clienta cuenta el estado de pánico en el que vive su madre, con 95 años y problemas de tensión. «Está perfectamente de la cabeza y no para de escuchar las noticias. Hoy se ha dejado el fuego puesto y casi sale la casa ardiendo del estado de nervios en el que se encuentra».

Como todas las mañanas, a eso de las nueve, Juan Carlos se ha acercado al Mercadona que está al lado de su casa. «Las colas eran interminables, estaba todo lleno de gente. A eso de las 9 y media había desaparecido el jamón york cocido. El público estaba muy nervioso. Dos casi se pelean cuando sus carros chocaron. Me imagino que el ser humano es así, y hay que tolerarlo todo, pero es increíble el nivel de histeria en el que estamos metidos». En Carrefour ocurre lo mismo, las largas colas colapsan los pasillos. En las gasolineras llenan los depósitos de carburante. La imagen roza lo dantesco.

El miedo lo ocupa todo en este Cáceres que se enfrenta, por primera vez en su historia, a una situación extremadamente inédita. En la peluquería Vogue Style Miriam León admite que la gente está asustada. «No paran de llegar cancelaciones y no sabemos qué va a pasar». Los trabajadores también portan mascarillas. «Es de locura, no hemos sido conscientes de la magnitud que esto iba a tener. Vivimos de nuestro trabajo. Si no hay trabajo, ¿qué vamos a hacer?», lamenta la encargada de este salón de belleza de la calle Viena que no puede evitar un suspiro.

A la hostelería también ha llegado el pánico. La cadena WyCo de la avenida Virgen de la Montaña ha colgado el cartel de cerrado hasta nuevo aviso. Dos de sus trabajadores, subidos a una escalera, lo estampan con papel celo en las persianas de este local que reúne cada día a decenas de clientes, especialmente público joven. «En Madrid ya están cerrando. Ahora nos toca a nosotros».

El Padre Fernando de Alcuéscar oficia la misa por Facebook / FRANCIS VILLEGAS

El caos

El caosEmilio Rey, del restaurante El Pato, uno de los más emblemáticos de la plaza Mayor, no da crédito a lo que ocurre. «De momento cuatro grupos me han cancelado comidas. La clientela ha descendido y el parón del turismo ya se nota. Está siendo caótico». El chino que hay en la Cruz de los Caídos ha cerrado. «Dicen que se ha ido de vacaciones», comentan en la zona.

Eran las seis de la mañana cuando un furgón del Ejército acudió a la farmacia de la avenida Isabel de Moctezuma en Cáceres. De él salió una persona con un traje protector, compró medicinas y varios termómetros, según confirma la titular del establecimiento, Pilar Hernández Rincón. Se le atendió por el guardiero. La botica llama a la tranquilidad y reitera que la misma cuenta con todas las medidas de prevención. Se trata de una farmacia de 24 horas, con trabajadores distribuidos en tres turnos. Este diario ha contactado con el Cefot y ha explicado que en la base se han realizado charlas informativas a todo el personal sobre medidas preventivas a adoptar y un protocolo de flexibilización horaria del personal. Además, se ha establecido un plan de contingencia ante posibles casos, se ha procedido a la instalación de dispensadores en diferentes locales y se ha informado a la empresa de limpieza que formen específicamente a su personal para el control de la diseminación de la enfermedad y al resto de contratas sobre medidas preventivas. De momento, a los soldados que ayer regresaron de maniobras los han enviado a sus casas.

«No somos tan ateos como decimos. Cuando llega el acojone nos encomendamos a la de allá arriba», explica Ana, que en su facebook, como tantos otros cacereños, ha divulgado una imagen de la Virgen de la Montaña con esta leyenda: ‘Virgen de la Montaña, extiende tu manto y protege al mundo’. Mientras, en Alcuéscar, el padre Fernando da la misa por facebook. Una periodista de ABC lo ha etiquetado en Twitter y desde entonces se le han multiplicado los seguidores.

Han cerrado los parques, los dentistas, muchas clínicas de fisioterapia y los cines. Lambretta, La Regenta, La chica de ayer, Nebbia, Carpe Diem y Cataleya en La Madrila Alta también han echado el cerrojo, igual que Las Caballerizas, El Pequeño Gin y Mandiles Gin, en Pizarro. Entonces, en el whatsapp aparece el siguiente mensaje: ‘Si La Madrila cierra es que ha llegado el apocalipsis’.