Si ya lo cantaba Gabinete Caligari. «Bares / que lugares / tan gratos para conversar». Y con razón. Y si en ese imaginario de la música vienen a la cabeza, de repente, millares de canciones sobre ellos es porque en sus barras se han fraguado millares de conversaciones fortuitas, amistades esporádicas, y quién sabe, algún amorío inesperado. Los bares representan la normalidad en su máxima expresión. El día a día. Así, en medio de un trance que los ha abocado al cierre, poco a poco, recuperan su vida y con ella, recuperan la suya sus parroquianos. Los que nunca fallan a la hora del café o la caña y que, desde este lunes, con la bienvenida a la fase 3 en Extremadura, han podido reencontrarse con la barra. Eso sí, con la mascarilla obligatoria. Hasta ahora ya podían consumir en terraza o en las mesas del interior, pero alejados de la zona privilegiada junto al camarero.

En Cáceres, Juan Carlos pide lo de siempre. Café con hielo y limón. En el bar Poppy. Charla con el camarero y el resto de clientes, a unos metros. Ayer regresó a su rutina. «Es la costumbre, me tomo el café aquí, en la barra, y al trabajo», sostiene. Vive junto a la plaza de toros y trabaja en el reciclaje de papel, para él no ha habido cuarentena, y reconoce que echaba de menos «ese momento de pausa». En Badajoz, Luis Miguel Álvarez hace lo propio. «Yo soy aficionado a la barra, es una cuestión de hábitos, de gustos, de buena compañía, de muchos factores. Suelo visitar solo esta barra, este es mi sitio. La he echado de menos y el primer día no podía faltar. Ha sido premeditado y con alevosía. Los días en los que no ha estado abierto el bar, lógicamente no he venido, pero el primer día que abrieron el velador, me fui arrimando a las mesas interiores el fin de semana pasado y hoy tocaba por fin barra. Poquito a poquito», pone de manifiesto.

En toda la región, los asiduos como Juan Carlos y Luis Miguel no quisieron perder la oportunidad de volver a su rutina pero lo cierto es que ese reencuentro con las barras fue aún tímido por el temor. En la capital cacereña, la mayoría de los clientes prefirió de momento los espacios abiertos de las terrazas y en Badajoz ayer tampoco fue fácil encontrar al mediodía a gente apoyada en las barras de los bares, porque la mayoría siguen optando por las terrazas, invitados por el buen clima y por la seguridad que proporciona la distancia de separación. Pero es precisamente la cercanía lo que invita a muchos clientes a preferir las barras a las mesas. Sobre todo cuando acuden solos a los bares. En la barra existe la cercanía con el camarero, que invita a la conversación, según contaba un barman del Ascarza mientras charlaba con uno de sus clientes.

Este nuevo paso en la desescalada, aunque aplaudido, coincide también con ciertas reservas de los hosteleros por las restricciones de aforo. Por su parte, Francis Refolio, propietario de varios establecimientos de hostelería expone que «es un error abrir las barras» mientras se mantengan las limitaciones entre clientes. «Tradicionalmente es un elemento social y ahora tienes que escribir una carta si quieres hablar con alguien», anota. Al margen, Juan Carlos y Luis Miguel ya pudieron ayer recuperar una parcela que el coronavirus les había robado. Y solo eso ya merece un brindis.