Mario Nicolau tiene cuarenta años, es soldador profesional y el pasado martes cuando llegó a Navalmoral se cumplía un mes desde que este portugués salió de Fonte Santa Caparica, un pueblo al sur de Lisboa, con el objetivo de llegar a Roma y ver al Papa. A la altura de la rotonda de Los Sauces, cuenta que terminó de trabajar y ni siquiera recogió su dinero, sintió la necesidad de agradecer a Dios "que me ha dado todo " y "hacer algo " y emprendió su marcha. No fue una decisión meditada sino un impulso. Aunque no tiene mujer ni tampoco hijos cuenta que su madre le despidió llorando y disgustada al conocer su decisión.VIVE DE LA CARIDADAcompañado de su perro Blake y de una enorme cruz de madera que él mismo ha construido emprendió su camino, con algo de dinero en el bolsillo (poco) aunque en estos días ha sentido como la gente le ofrece dinero, comida y cama. Mario recurre a la caridad de las personas que dice que es mayor cuanto más pequeño es el pueblo y tiene una mención especial para Trujillo, donde le han dado la ropa que viste y un saco para dormir. Algunos, explica, "creen que necesito dinero para droga y otros me tratan como si estuviera loco ". Manifiesta que no critica estas aptitudes, "lo entiendo, pero tengo yo tengo la certeza de hacer lo mejor".Llegaba a Navalmoral arrastrando su cruz, después de visitar Almaraz y confesaba no saber cuando emprendería de nuevo su camino, "no me preocupa el tiempo ni la distancia que recorro ". Unos días explica que recorre diez kilómetros y otros, 30, y la cruz pesa más o menos según su estado de ánimo. Afirma rotundamente que solamente ha recorrido el camino a pie y no ha calculado en qué fecha llegará a Roma.Confiesa que siente una gran admiración por el Papa, porque además de ser el representante de Dios en la tierra, "es una persona muy buena ". Desea hablar con él y no se ha planteado qué hará si el Papa no le recibe, "yo he hecho mi sacrificio y no puedo pensar eso .