El escritor Alfredo Sanjuan narra así su vida para los lectores de LA CRóNICA: "Nací en Épila, un pueblo de la vega del Jalón en Zaragoza, el 3 de noviembre de 1947, cuando el eco de las campanas que recordaban a los difuntos aún estaba en el aire. Dicen que por entonces había mucha hambre. Pienso que eso me marcó, pues cuando tengo algo que llevarme a la boca creo tenerlo todo. Mi padre era labrador y desde muy pequeño tuve que participar en las faenas de sacar remolacha, segar y amontonar la alfalfa, vendimiar, replegar la aceituna, llevar a abrevar los machos. Cuando llegó mo otro hermano no había sitio para los dos en la casa que tenía dos habitaciones: una para mi abuelo y otra para mis padres y nosotros. Por cien pesetas al mes estudié el bachillerato een el colegio de los Pasionistas en Zuera. Sin esa oportunidad, nunca hubiese estudiado. Luego me tocó trabajar en muchas cosas. Comencé como repartidor de Trinaranjus en Zaragoza, obrero de la construcción, vendedor de libros... Un buen día me fui a Madrid. Era por el año 1970. La universidad estaba muy politizada. La represión de los últimos años del franquismo y la necesidad de trabajar mientras estudiaba me llevó a matricularme en la universidad Pontificia de Comillas, Madrid. Entre los años 1971-1975 estudié filosofía, sociología y teología fundamental, a la par que trabajaba de administrativo, daba clases particulares, llevé la contabilidad en una editorial, me encargué de las importaciones en una cadena de tiendas de ropa de hogar, etcétera. Participé en la creación de las asociaciones de vecinos de Sandy y Palomeras Altas, en la lucha contra los desalojos de las barriadas de casas bajas y en las reivindicaciones de viviendas que hicieron posible los realojamientos en Fontarrón. Comencé a escribir comunicados y a colaborar en la revista del Sindicato Unitario. La necesidad de entrar en contacto con grandes masas de trabajadores me llevó a opositar como celador en el 12 de octubre, y así comenzó mi trabajo sanitario. Primero celador, luego operador de instalaciones radioactivas, enfermero en 1978. Desde mayo de 1989 ocupo la plaza de Inspección de Navalmoral como enfermero subinspector. En diciembre de ese mismo año me trasladé a Segovia pero en enero del siguiente me volvía a Navalmoral porque había encontrado algo que no encontré en Segovia: sus gentes".|--¿Cómo es Alfredo Sanjuán? --Uno jamás debe airear sus defectos, pienso que son muchos. Soy muy independiente, por eso no he podido militar en partidos ni en iglesias. Me considero de izquierdas pero cualquier tipo de dogmatismo me produce desazón. Amo la naturaleza. A ella la debemos todo y sin embargo la expoliamos sin ningún respeto, incluso parece que lo hacemos con rencor, somos como drogadictos que maltratan y asesinan a su madre por un euro.--Le definen como escritor arriesgado, ¿qué piensa usted?--Uno se arriesga desde el momento que pretende ser sincero. En mis escritos cuido mucho el lenguaje, ahondo el vocabulario, a veces en contra de las modas, busco la forma bella hasta torturarme en el esfuerzo, pero ante todo mis personajes son sinceros, responden como pueden a sus instintos naturales frente a la tiranía de la sociedad que los aliena. En una entrevista que me hizo Cristina Marcos para LA CRóNICA en julio de 2003 le decía que escribo sobre temas que tengan sentido para el hombre, no para el que detenta del poder o mangonea los gustos del momento, sino para el ser acosado por la mentira, el angaño, las miserias, el egoísmo, sus propias limitaciones, que, a través de la historia, se nos reconozca como "el hombre". Soy arriesgado en cuanto tomo partido al elegir como protagonistas de mis historias a los que nunca ganan.