Menudo disgusto que me he llevao! Ha sido hace na.Pasaba yo con mi buga por delante de mi peluquería de to la vida y a la altura de la ventana que da al escaparate lateral de Miguel Rocha, casi doy un frenazo. Una sencilla nota, muy al estilo de su dueño, provocó que no diera en principio crédito a mis ojos: Cerrado por jubilación. Antonio, macho, eso se avisa con bastante antelación mediante bando municipal, anuncio en prensa o por medio de una cuñita en radio que tu sobrino Pepe --muy gustoso-- te hubiera preparao. A mí me ha llegao de sopetón y aún me parece que fue ayer cuando conocí por primera vez el negocio que regentaba el inigualable de tu padre. Partí de la tienda de mi tía Pupe, a la vuelta de la esquina, agarrao del brazo de mi hermana mayor. Era época de Beatles y claro, al niño que se sentaba como petrificao en la banqueta y siguiendo las instrucciones de mi madre, le intentabais hacer un corte de pelo estilo John Lennon, pero por más que lo intentabais, aquel rebelde pelo no se convertía en el clásico flequillo de los chicos de Liverpool. Más tarde, cuando los primeros síntomas de la pubertad aparecieron, me cambié al también clásico ralla a un lao. Tú recuerdas que ya viviendo en Madrid, aprovechaba la escapada de fin de semana y te hacía una visita pa quedarme más bonito que un San Luís. Y ya viviendo de nuevo aquí, fuiste tú el primero en avisarme que las canas empezaban a dar una nota de claridad a mi negro pelo, aunque sentenciabas que éste no se me caería. Tu peluquería era lugar en donde intentábamos arreglar el mundo. Para mí siempre fue un descanso, un motivo de relajación el ponerme en tus manos.Antonio Cabanillas, ya iba siendo hora de colgar las tijeras, ¿verdad?. Que lo disfrutes con salud.Yo, cuando sea pelín mayor, quiero ser...¡jubilao!.