Hoy salí a pasear como tantas veces lo hice ayer por las calles de mi pueblo. Las noticias de una guerra y otras muchas más nos agobian y entristecen, por eso sentí esa necesidad que a veces sentimos, porque me estoy haciendo mayor y quiero recordar aquello que quedó tan lejos. Caminé pero no encontré aquella barandilla en la que solíamos apoyarnos en el Arroyo de La Parrilla, pero yo seguí adelante buscando descansar en aquel pozo que tantas veces recorrimos los jóvenes de antaño, aquella fuente del Corcho donde jugábamos a las prendas, pero no pude entrar. Me sorprendió el silbido del tren. Aquel que tantas veces fui a esperar, me senté allí donde jugábamos. Pero no vi a ninguna de mis amigas. Seguí caminando y me encontré en el parque, lo noté cambiado y busqué el banco de piedra, pero no estaba. Me habré equivocado, el kiosco del centro tampoco era el mismo, las fuentes no las recordaba, pero sí llevaba el nombre de ayer 'Casto Lozano'. Sus rosas no eran las mismas, no me parecieron tan bellas como las que recordaba.

MI ANTIGUO COLEGIO

Quise seguir adelante, de pronto me encontré con mi colegio, vi que habían cambiado su nombre, me asomé pero no vi a aquellas monjitas con sus hábitos y sus cofias que tanto me impresionaron de niña, aquella madre superiora que me asustaba tanto no estaba, ¿serán las mismas? Seguí caminando, de nuevo me encontré con un portón en que decía Ideal Amarnie, pero no había más que eso, una puerta. ¿Dónde están esas plateas donde tantas veces me senté? No las encontré; pensé si lo habría soñado. Di marcha atrás a ver a mi Virgen, ella sí estaba allí, ¡qué hermosa!. Cuántas veces de niña te recé, supongo que me recuerdas, jugué tantas veces en el corralillo que había a tu puerta, no sé si incluso nos mandaste callar, nuestras risas y juegos de infancia a lo mejor turbaron tu silencio. ¡Perdóname!, pero todo aquello fue muy bello.

Seguí adelante y reparé la Cruz de los Caídos, no parecía la misma, grandes chorros de agua subían y bajaban. Caminé y caminé y vi el jardinillo. ¿Y sus rejas y sus bancos de piedra? ¿Dónde están? ¿Y su arena en la que jugábamos con los cacharritos a las casitas? Estoy aturdida, ¿me habré equivocado de pueblo?. Seguí calle arriba y me encontré con lo que me pareció la Plaza del ayuntamiento, las moreras no están, tampoco la fuente ni Lucio el policía para ponerme otra multa por coger hojas para mis gusanos de seda: "5 duros son muchos duros -señor Lucio- y yo no los tengo". El Reloj de la Villa dio la una, es la hora de comer y abuela ángela está esperándome, miré hacia atrás y vi que 'San Andrés' ya no tiene casitas alrededor ni sacristía, los puestos del valenciano y el tío cojo tampoco están, tengo pocos céntimos y me quedé sin altramuces, tal vez mañana. Merceditas tendrá su puesto abierto y podré comprarlos. No sé de donde habrán salido tantos coches, subí calle arriba y busqué los Caños Viejos, pues sentí sed, no están, otra vez me habré equivocado. ¡Dios mío, qué torpe soy!, pero seguiré. Llegué al antiguo mercado de ganado, el pilón tampoco estaba. ¿Dónde beberá? Tampoco vi chicos jugando y me dije estarán en la Piedra Caballera, cuando subí me pesaban las piernas, qué extraño, si siempre he subido de dos en dos las piedras. Pero esta piedra no está como ayer, el paisaje ha cambiado, el pueblo se ve de otra manera, no sé que pensar, me dije, estarán todos en La Bamba y quise correr y nuevamente mis piernas me fallaron, pero llegaré.