Atrás quedaron nuevamente esos ratitos de tertulia al brasero, sí, digo al brasero, porque aunque sea eléctrico son muchas las casas moralas en las que aún nos gusta conservar aquella tradición casi perdida de los braseros de picón.Recuerdo mi niñez cuando por la mañana me mandaba mi abuela a por los churros a casa de Melquiades y en todas las puertas de las casas por las que pasaba veía encendiéndose el brasero y a la señora de la casa con el soplillo dale que te pego para que no se apagara, a veces te daban ganas de pararte un poquito a calentarte las manos tan frías de aquellas mañanas del invierno antes de seguir tu camino. Unas manos que tantas veces nos dolían por aquellos sabañones que entonces nos salían, pero como siempre digo, todo aquello quedó muy lejos.Os decía, nuevamente ha llegado la estación de las flores, la primavera, ya se ve a los moralos regresando del campo con hermosos manojos de espárragos de esos trigueros que saben tan bien con un ajito en la sopa bien picados. Es una costumbre de antaño, nos íbamos con las personas mayores y atrochábamos por los campos en busca de las esparragueras y qué bien lo pasábamos, los muchachos y muchachas chicos, siempre preparábamos alguna travesura que alguna vez nos reían los mayores, pero alguna vez también nos encontrábamos algún alpargatazo. La pamplina, las criadillas y los cardillos eran, al igual que los espárragos, frutos de aquellas primaveras que saboreábamos y que siempre recordaremos.Y como os decía, con la primavera parece que se renueva todo en nosotros, de hecho también hay un refrán que dice: La primavera la sangre altera, lo que está claro que es muy bello ver esos campos floridos, los cerezos en flor, las mimosas dándonos su perfume, las lilas tan lindas que nos embriagan contemplándolas y los espinos ¡qué bonitos con sus flores blancas y los naranjos con su flor de azahar!. Hasta las flores más diminutas colaboran en la vistosidad de la primavera y nos dan alegría y con toda esta belleza que nos ofrece la vida... nos hemos parado a escuchar esos tambores de guerra, tocando a silencio por esos inocentes que cuando mi escrito esté en la calle tal vez hayan muerto.¿Cómo podemos sonreír cuando tantas madres perderán a sus hijos y maridos, jóvenes y ancianos? De verdad que no logro entenderlo. A Sadam Hussein tiene que haber alguna manera de llegar a él, no es ningún Dios y por lo tanto, estoy de acuerdo en que no debe hacer sufrir a su pueblo ni tampoco dejarle ser un peligro para la humanidad, pero si otros han caído, ¿por qué él no? La guerra es mucho más cruel cuando la lucha no tiene igualdad de condiciones y a estas pobres gentes les van a aplastar los americanos. Luego nos pondrán el horror de estos inocentes una y otra vez en la pequeña pantalla y nos llevaremos las manos a la cabeza y quizás no nos la encontremos y hasta dejaremos correr una lágrima por nuestras mejillas cuando tantos y tantos inocentes hayan muerto, ¿verdaderemente podremos dormir tranquilos pensando en que todo está arreglado o simplemente ha sido un engaño del señor Bush?.Ojalá mañana ellos tengan también nuestra hermosa primavera y que el daño que se les hace hoy, mañana sea un hermoso despertar que Dios les ayude a enfrentarse a lo que los espera y que nosotros sepamos reparar el daño que hoy se les está haciendo de alguna manera.Yo como católica no puedo estar de acuerdo con lo que está pasando, por eso digo, sí a la paz, que muchos deseamos, está claro que cuando haya empezado la guerra ya no habrá vuelta de hoja y quizás mañana será muy tarde, por lo tanto sólo me queda rezar por ellos, para que no sufran todo aquello que sus cuerpos puedan aguantar y que su Dios les proteja.