Desde hace poco más de un mes, todas las miradas se dirigen al norte. Galicia y el desastre ecológico causado por el petrolero Prestige ocupan las noticias de todos los medios descubriendo un panorama desolador y abriendo un incierto futuro para miles de familias. Pero la imagen desoladora de un oscuro océano cubierto por las dañinas manchas de petroleo contrasta con la voluntad infinita de miles de voluntarios que desde el primer día han sembrado de esfuerzo y solidaridad las playas gallegas para librar una dura batalla: ganarle la partida al fuel para salvar el pan de muchos "paisanos". Navalmoral y la comarca del Campo Arañuelo aportarán muy pronto una expedición, que promovida por el CECA, Centro Excursionista del Campo Arañuelo, partirá para participar en las labores de limpieza del litoral gallego. No obstante, LA CRÓNICA ha conocido ya de manos de un moralo, Marcos Pascasio Granado, la tragedia que están sufriendo los gallegos. Inquieto como pocos, Marcos Pascasio no se lo pensó dos veces y después de ver las imágenes en televisión, decidió emprender rumbo a Galicia. "Llamé por teléfono a un número habilitado para voluntarios, y me dijeron que no subiese, que estaba todo controlado. Sin embargo, no me convencía la idea, y me fui a la aventura", explica Pascasio Granado a este medio, mientras muestra unas fotos que recogen la magnitud del desastre ecológico.VOLUNTAD DE AYUDARUna vez en Orense, Marcos Pascasio conoció de manos de un periódico local un número de teléfono de voluntarios e insistió. "Llamé y me dijeron que en la zona del cabo de Corrubedo, necesitaban gente, que me presentase en el puerto en la caseta de los voluntarios. Y así lo hice", cuenta Marcos Pascasio a LA CRÓNICA, relatando el principio de esta aventura que se prolongó durante cinco días y que constituye el ejemplo altruista de una juventud que está mostrando al mundo su escala de valores. Pascasio describía el perfil del voluntario desplazado hasta Galicia "como una persona inquieta, no necesariamente joven, pues las hay de todas las edades, y llegadas desde cualquier parte del mundo, japoneses, americanos, holandeses... A todas ellas no les basta con ver por televisión lo que ha pasado y necesitan hacer algo más".Pero junto a esa disposición inicial que embarga a cuantos deciden pasar a la acción, se encuentra la sensación que invade a los que se acercan por primera vez a la cruda realidad que ha dejado el hundimiento del petrolero. "La primera vez que lo vi, me invadió una enorme tristeza. Olerlo, simplemente, te deprime, y además, sientes muchas impotencia, limpias un día, y a la mañana siguiente, allí están de nuevo las manchas". Pascasio insiste en el infinito agradecimiento de los "paisanos", que a pesar de la tristeza, agradecen una y otra vez la labor de los voluntarios.ORGANIZACIÓNMarcos Pascasio inició los trabajos de limpieza en la costa gallega el viernes, 6 de diciembre. Lo hizo coordinado por la caseta de voluntarios levantada en la puerto de Ribeira, y bajo el auspicio de los vecinos de la zona, que hasta el miércoles, día 11 de diciembre, que llegó el ejército, eran los encargados de realizar las labores de logística: acomodar a los voluntarios, preparar las comidas, vestir y desvestir a pie de playa a los voluntarios... "La atención era formidable, te secaban hasta el sudor", explica Marcos Pascasio, que estuvo alojado, junto a otros compañeros, en el Polideportivo de Ribeira. En la caseta levantada en el puerto, y a primera hora de la mañana, los voluntarios se inscriben diariamente, pues se les hace un seguro, y recogen el equipo: botas, guantes, mascarilla, gafas protectoras y el buzo blanco.Pascasio Granado asegura que el trabajo es pesado y duro, por el esfuerzo físico, y también por la climatología. "Yo he llegado a tener unas agujetas como hace mucho tiempo que no las tenía", explica.Sin embargo, Marcos Pascasio lo tiene muy claro y no duda en animar a participar en las tareas de limpieza. "Quienes puedan ir que vayan, que vean con sus ojos el daño causado, todas las manos son pocas para aliviar el desastre". Y es que este moralo, muy comprometido con la ecología, socio de Greenpeace desde hace tres años, muestra su interés porque la gente conozca la magnitud de la catástrofe. "Quiero que se sepa lo que ha pasado, la información que recibimos es engañosa. Lo que ha ocurrido en Galicia es algo que nos afecta a todos, tenemos que seguir apoyando a esas gentes, no podemos olvidarnos de ellos".