Ángeles Sánchez Marcos nace en Navalmoral, donde cursa sus estudios primarios y secundarios, para más tarde trasladarse a Salamanca para comenzar la carrera de Geografía e Historia. Es precisamente en la ciudad del Tormes donde empieza a interesarse por la figura de Antonio Concha. En el año 1982 es becada por el ayuntamiento para realizar un estudio de investigación histórica sobre este personaje, publicando en el año 1991 el libro Antonio Concha y su época .Ahora que se cumple el bicentenario del nacimiento de Antonio Concha, la investigadora analiza su persona y obra. ¿Qué motivó que se sintiera atraída por la figura de Antonio Concha? A pesar de ser de Navalmoral, es en Salamanca cuando una de mis profesoras, Mercedes Samariego, comienza a hablarme y a crearme interés por profundizar en la figura de Antonio Concha y de Urbano González Serrano, que perteneció a una élite filosófica que creía en la educación como vehículo para regenerar la vida social y política del país. Entonces yo no había oído hablar de González Serrano, no existía la calle que hoy lleva su nombre. Es una figura que había sido silenciada durante la dictadura franquista. A pesar de la importancia del legado que dejó al pueblo de Navalmoral, ¿cree que se conoce a la figura de Antonio Concha? Yo creo que no. No en la medida del personaje que fue un político en el que su talante fue tomando a lo largo de los años una mayor conciencia social. Sí se sabe que dejó al pueblo las escuelas, pero el personaje no se conoce a fondo a pesar de tener al alcance todas las herramientas para lograrlo. Después de estudiar con profundidad su vida, ¿qué destacaría? El esfuerzo y la ilusión que tenía el grupo de personas de Urbano González Serrano y su hermano Francisco, amigos personales de Antonio Concha, a los que éste dejó su legado y que participaron como socios fundadores de la Institución libre de Enseñanza. ¿Cuál es la historia de ese legado que Antonio Concha dejó para el pueblo de Navalmoral? Hay un antes y un después de la guerra civil. Al finalizar la guerra los edificios permanecen cerrados porque habían sido cuarteles para las tropas. En el 48 se reabren con un patronato que estaba formado por el alcalde, Agustín Carreño; el cura, el juez y un representante de los padres de familia, contradiciendo clarísimamente el espíritu del fundador, que no quería que hubiera ningún poder político religioso ni fáctico. Después se modifican los estatutos y actualmente no hay ninguna persona que ostente ningún cargo político dentro de la fundación. Preséntenos a Antonio Concha Comenzó muy joven, a los 17 años ingreso en la milicia nacional (un ejército popular) después fue diputado por el Partido Liberal, por el Partido Progresista (1854-56) y, más tarde, debido a su decepción en la forma de llevar la política la monarquía, se retira y compra unas fincas en Peraleda de la Mata(en la desamortización de Madoz) y permanece en Navalmoral donde tenía un círculo de amistades entre las que se encontraba los González Serrano.Fue un hombre muy preocupado por la educación y sobre todo por la educación Primaria. Por eso mandó construir unas escuelas para niños de 3 a 6 años que pertenecieran a las clases sociales más desfavorecidas. El primer edificio, que desde el año 1985 alberga la fundación fueron las primeras escuelas, en el año 1926 se construyó el segundo grupo del Cerro. ¿Cuál es el gesto que más admira en él? Creo que es el personaje de mayor peso en Navalmoral. Creo que una herencia como ésta es algo que se da pocas veces. Es importante también destacar el hecho de que en un momento determinado coincida un grupo de personas que quieran mejorar la vida de sus convecinos, no hay que olvidar que Antonio Concha era placentino de nacimiento. En un momento de esta entrevista nos habla del espíritu de Antonio Concha, ¿sigue vivo ese espíritu? Es un espíritu de renovación e innovación en el campo educativo y cultural. Para finalizar, ¿algo que resaltar? Era un hombre muy adelantado a su época tanto en lo social como en lo político y lo cultural. A pesar de pertenecer a una clase social cuya mentalidad era más bien conservadora, él rompió ese marco comprometiéndose con el momento social en el que le tocó vivir, el convulso siglo XIX. ¿Fue un revolucionario? Claro, para su época y para su clase social.