Javier Rodríguez Matas nació en Cáceres. Vive en Navalmoral desde el año 94. Aquí piensa establecer su residencia definitiva pues ha encontrado una buena acogida y considera que es uno de los mejores destinos en cuanto a servicios y prestaciones. En sus comienzos ejerció en los colegios locales Campo Arañuelo, Pozón y Sierra de Gredos, donde prestaba una atención personalizada a los niños con problemas. Desde hace dos años, Javier Rodríguez se dedica a la enseñanza en la rama de la Educación Compensatoria en el IES de Talayuela.Cuéntenos qué motivos llevan a un joven a elegir esta profesión --La elegí porque considero que la calidad en la enseñanza radica en la atención a la diversidad. Para mí es un reto enseñar a niños con dificultades. ¿Cuál es el origen de la Educación Compensatoria?--Existe una normativa que recoge una atención educativa compensatoria para el colectivo marroquí ante la necesidad de ayudar a los más jóvenes a adaptarse a nuestro sistema educativo. A partir de ahí, la Dirección Provincial de Educación provee de profesorado específico para cubrir esta demanda.Defina el perfil de los alumnos a los que van dirigidas estas clases.--Los alumnos tienen que tener un desfase educativo de dos años o más con respecto a la etapa que les corresponde por edad. Se agrupan según sean sus conocimientos de español. Para ello se les realiza una evaluación inicial y se les acopla en uno u otro grupo.¿Qué materias se imparten?--Principalmente, Lengua, Matemáticas y Conocimiento del Medio.Supongo que os enfrentais a serias dificultades a la hora de realizar vuestra labor. --Por supuesto. La mayor de todas es el desconocimiento del idioma. Aunque contamos con la ayuda de dos intérpretes, es difícil superar esta barrera que entorpece la comunicación. También hay que considerar que la mayoría no tiene hábito de estudio y hay que proporcionarles una base que deberían aprender en el hogar. Muchos no han asistido con regularidad al colegio y no saben ni coger un lápiz. El absentismo escolar, la falta de material y la poca participación de los padres en el proceso educativo son factores a tener en cuenta.Aunque también tendréis vuestras compensaciones.--¡Claro que sí! (risas). Es una satisfacción enorme ver progresar a los chicos, aunque para ello nos tengamos que convertir en una especie de personajes de Barrio Sésamo. Actualmente hay tres alumnos en Bachillerato con serias posibilidades de llegar a la Universidad y esto te motiva y hace pensar que no es imposible el objetivo si se cuenta con una buena respuesta por parte del alumnado.¿Cuál sería su deseo para el futuro de tus alumnos?--Desgraciadamente, pienso que tienen un futuro incierto sin una preparación académica y la mayoría carga con el lastre del fracaso escolar. Sería fundamental ofrecerles los medios suficientes para que conozcan un oficio que les permita ganarse el sustento.