La impotencia que debe sentir un profesional, de cualquier ámbito, cuando tiene la sospecha de que un menor puede estar sufriendo malos tratos debe ser indescriptible. Sentir que de nuestra actuación depende el futuro de ese pequeño e indefenso ser humano ha impulsado a la implicación de todos para conocer cuáles son los mecanismos a emplear ante uno de estos casos. Por eso, esta semana aplaudimos a los profesionales de la comarca que trabajan de alguna u otra manera en contacto con la infancia por su preocupación en formarse para la detección y notificación de estos casos, a pesar de que nuestra zona no registre unos alarmantes datos de malos tratos. Esto no implica que estas situaciones no se padezcan, ya que lo preocupante del tema es, según los expertos, que este tipo de sufrimiento es complicado detectarlo. Que un sólo niño pueda estar padeciendo algún sufrimiento físico o moral por el simple hecho de haber nacido bien merece que los profesionales ocupen su tiempo y que aúnen criterios.