Quiero pedir disculpas desde aquí al vecino de Navalmoral que el pasado sábado me llamó por teléfono a los dos y media de la madrugada bajo el pretexto de que le gustaba como escribo (favor inmerecido que me hace) y tras pedirme disculpas por la molestia, recriminarme por "no escribir de Navalmoral", me animó a escribir sobre los ruidos nocturnos que producen los jóvenes en el barrio del Cerro los fines de semana.Soy consciente de que éste es un auténtico problema para quien vive en ese barrio y otras zonas de nuestra localidad, también afectadas por dichos ruidos, como en todas las ciudades del país, dicho sea de paso.Pero es que el ruido que no me deja dormir a mí en estos momentos, aparte del de mi teléfono como consecuencia de su llamada a esas horas tan inusuales por el que, créame, no le guardo ningún rencor, es el ruido de sables que amenaza a la humanidad como consecuencia del empeño de otro loco, este americano, en masacrar a todo un pueblo para desmontar de la burra a su, también loco, dirigente so pretexto de defender al mundo de sus posibles ataques terroristas y con un claro fin económico, creo yo, que no es otro que el de hacerse con el control de sus pozos de petróleo. Un ruido al lado del otro, respetando profundamente su inquietud, me parece el segundo infinitamente más peligroso para todos nosotros, ciudadanos del mundo, que el primero, que se circunscribe a un grupo de vecinos de Navalmoral, otro grupo de vecinos de Cáceres, Plasencia, Salamanca o Madrid.Y a este respecto, se me ocurre que puede que no sea tan idiota como parece el primer ministro británico. De momento y a pesar de ser el primer y único aliado incondicional europeo de los Estados Unidos en la crisis de Irak, le ha pedido a Bush que de más tiempo a los inspectores de Naciones Unidas, si bien lo ha argumentado diciendo que necesita tiempo para convencer al resto de países europeos para que apoyen incondicionalmente a los americanos. De la misma manera, hemos podido observar esta semana, empeñándonos mucho, un cierto cambio, aunque aún pequeño, en la actitud del presidente Aznar, quien parece satisfecho de haber llegado a un consenso entre los países europeos al respecto del posible conflicto bélico y así se lo ha rebozado a la oposición en la sesión de control celebrada en el Congreso de los Diputados. Esto ya es, en mi opinión, un pasito adelante, a pesar de que a mí me convencen mucho más las tesis de Zapatero, intentando convencer al presidente del gobierno de que le manifieste a Bush la postura española, refrendada por millones de ciudadanos manifestándose en la calle el pasado sábado (coincidiendo en fecha con la elección de nuestras Damas y Reinas del Carnaval), en contra de la solución armada pretendida a toda costa, aún sin descartar esta opción como último recurso, e intentar por todos los medios una solución pacífica y conseguir el desarme del patético régimen de Sadam Hussein, por métodos no bélicos. Parece, al menos por un momento, que el mundo recupera parte de la cordura necesaria para ponerle el dedo en la nariz al gigante norteamericano en sus poco claras intenciones de aplastar a todo un pueblo para desalojar del poder a su dirigente y de paso hacerse con su oro negro.Pues bien, a pesar de que durante los fines de semana es verdad que nuestros jóvenes alborotan bastante, no menos cierto es que el viernes de la semana pasada, también alborotaron bastante, afortunadamente, en la plaza de España de Navalmoral, manifestándose en contra de esta posible guerra, dándonos una verdadera lección a muchos de nosotros sobre los ideales que tanto negamos que tengan.Está claro, al menos para mí, que nuestros jóvenes moralos han contribuido desde su modestia a que tanto Aznar, como Blair, se replanteen un poquito las cosas. Un olé para ellos.