A primera hora de la mañana del jueves día 11 el terror llamó a la puerta de todas y cada una de las personas que pueblan este país. Nos despertamos con la terrible noticia de un nuevo atentado... que finalmente fueron cuatro, y de varias decenas de muertos... que finalmente fueron casi dos centenares. En esta ocasión los trenes y estaciones de Renfe fueron el templo de la desgracia, repletos de gente humilde y trabajadora que a buen seguro no tenían nada que ver con la motivación de estos cobardes asesinos. Eran gente de a pie: madrugaban, iban a trabajar, tenían familia, proyectos,... TEN íAN. Gentes de todas las edades, que su único delito fue coger un tren. Las cifras se sucedían a lo largo de la mañana, a cual más escabrosa.Y es que quienes quieran que fueran --desde luego indeseables terroristas, sea cual sea su nacionalidad, origen o motivaciones-- sabían a ciencia cierta la masacre que producirían. No obstante, a riesgo de poder parecer irónicos, hemos sido afortunados ya que según las hipótesis barajadas desde el Ministerio del Interior apuntan que la masacre podría haber sido aun mayor de haber explosionado otros artefactos encontrados. Es lógico y propio de la mayoría de los seres humanos que ante un desastre de esta magnitud nos acucie la sed de venganza, pero igual de lógico es apelar a la razón y a la sangre fría para cargarnos aun más de razones si cabe --sobre todo para aquellos que aun no están del todo convencidos-- que es inadmisible y debemos rechazar y jamás justificar cualquier clase de terrorismo, sea el de ETA o el del integrismo islámico, y contra cualquier forma de atentado contra la vida.Desde estas líneas LA CRÓNICA DE NAVALMORAL se solidariza con las familias de la multitud de fallecidos y heridos en el que será recordado como atentado más brutal de la historia del país y, desde la humildad de una medio de comunicación comarcal, transmite un mensaje de apoyo y de ánimo para todos.