Si el año pasado por esta fecha de lo que más les apetecía hablar a los bodegueros era de las excelencias de la vendimia de 2001, que va a dar unos vinos fabulosos; este año mejor ni mentárselo porque la vendimia de 2002, quitando honrosas excepciones y la zona de blancos de Galicia, ha sido bastante desastrosa.El año pasado hablaban de la cosecha del siglo, y como acababa de empezar, les preguntabas a cuál de ellos se referían, y respondían que de ambos, del XX y del XXI. Este año, invariablemente, todos dicen que aunque la añada ha sido mala, a ellos no les ha afectado demasiado. A los demás sí, por supuesto, y que han tirado mucha uva mala para conseguir la buena. En algunos casos es verdad, y en otros mentira, y serán precisamente los que de verdad han rechazado uva, los únicos que conseguirán sacar unos vinos dignos etiquetados con el 2002.La calificación de añadas siempre ha sido interesante y un dato más a tener en cuenta; pero siempre ha sido un dato relativo, por lo menos en España. Donde sí tiene un peso importante, y es de donde nacen estas calificaciones, es en Francia. Burdeos y Borgoña, tan al norte, tienen una climatología muy complicada, y cuando se les pone de cara, te destroza una añada, aunque el enólogo haga milagros y en los pequeños crus de Borgoña combatan las heladas con estufas y el granizo, con paraguas. Si una añada sale mala, pues es mala, y si sale buena los precios pegan un tirón sorprendente. En España, al sur, la climatología puede ponerse complicada, pero al fin y al cabo, las horas correspondientes de insolación no varían demasiado y las condiciones de maduración de las uvas se suelen dar siempre. Claro que hay años en que todo sale redondo, como en el 2001, y otros, los menos, en que las condiciones empeoran, como en el 2002. A este año podríamos llamarle el año de la botritis, una enfermedad de las uvas que las pudre por efectos del exceso de agua. También hay una botritis noble, la cinerea, con la que se elaboran los grandes sauternes o los tokajy, pero aquí no ha sido el caso. De cualquier manera podríamos diferenciar la Península en dos zonas: del Duero y para arriba, donde se concentran las denominaciones más potentes como Rioja, Ribera, Navarra, Penedés... que es la que más ha sufrido; y del Duero para abajo con Mancha, Jumilla, Mediterráneo, Andalucía... donde las consecuencias han sido menores.El año venía climáticamente normal, pero el verano, y quizá lo recuerden, no fue precisamente achicharrante, con temperaturas mucho más bajas de lo normal y lluvias cada dos por tres, que provocaban el enfado de los bañistas, aunque eso era nada comparado con las inundaciones que se estaban dando en Alemania. El resultado es que la uva venía poco madura y muy retrasada con respecto a lo habitual, cuando ya a finales de agosto empezó a llover a manta y no paró durante todo septiembre. Esto pasa en algunas ocasiones, y los viticultores expertos suelen no ponerse nerviosos y esperan a que pase el chaparrón, nunca mejor dicho, y luego suele salir el sol, maduran bien las uvas y todo arreglado. El problema es que este año no les ha dado tiempo y aún no había salido el sol cuando ya estaban las uvas sufriendo oidio y botritis.Rioja ha perdido el 25% de la cosecha, y las dos zonas donde se produce la mayor calidad, Rioja Alta y Alavesa, las pérdidas han llegado al 40%. En Navarra su producción ha bajado un 16%. En Ribera de Duero, todavía les ha ido peor. Del 23 de septiembre al 23 de octubre sufrieron un auténtico diluvio, y soportaron una potente helada de septiembre que dejó las cepas sin hojas, sobre todo en la zona burgalesa. Una cepa sin hojas, aunque haga luego mucho sol, no sirve de nada porque el proceso de la fotosíntesis no se puede realizar. Como en Rioja, al ver que aumentaba la podredumbre de los racimos y la previsión meteorológica seguía siendo mala, algunos se lanzaron a recoger lo que se podía, y sin duda con eso no se harán grandes vinos. Otros aguantaron, y cuando por fin salió el sol y maduraron algo las uvas, se dedicaron a recoger las sanas y dejaron las podridas en la cepa. Y con esto sí se hará un mejor vino. La zona de Ribera a pesar de dejar tanto en la cepa, recogió 48 millones de kilos, más que el año pasado, en que se recogieron 36 millones, pero muy lejos de 2000 en que se recogieron 63 millones, sobre todo teniendo en cuenta que han entrado en producción muchas hectáreas más y nuevas plantaciones. En cuanto más hacia el norte, es decir Penedés, tras las lluvias, calificaba la zona como un lago, lo que de entrada se ha traducido en un 30% menos de producción.