Para muchos, se trata de su obra maestra. Especialmente brillante en sus cien primeras (de un total de seiscientas) páginas, esta impactante novela sobre camellos de crack redefinió a Richard Price como cronista ejemplar y poético del crimen estadounidense. El propio autor coescribió el guion de la película de 1995, mano a mano con su director, Spike Lee.