Sumar años, crecer, ordenar y ampliar la obra hecha entendiéndola «no como un legado sino como un cuerpo de trabajo en movimiento», y buscar el contacto con un público fresco, con «los oídos inocentes». De eso va la encarnación en curso de King Crimson, y por ese motivo su gira de cincuenta aniversario, con 50 conciertos, incluye festivales, convocatorias con audiencias abiertas, como el Doctor Music, en Barcelona, donde la venerable banda británica ofrecerá tres actuaciones del 12 al 14 de julio.

Lo contó el sábado el histórico líder, Robert Fripp, en la October Gallery, centro de Londres, donde ofreció una rueda de prensa performance salpicada por reflexiones filosóficas y crípticas metáforas. Traje azul oscuro, chaleco y corbata, circunspección sacudida por brotes de humor seco, mitad showman mitad oráculo. Y un sombrero negro de fieltro en cuyo interior depositó inquietantes papelitos con los nombres de todos los periodistas para un aleatorio turno final de preguntas.

los retos / King Crimson se acoge a este 50 aniversario para afrontar un ambicioso programa editorial que ha arrancado con un boxset de seis discos de vinilo del período 1972-74 y que seguirá a lo largo del año con lanzamientos catedralicios como Heaven & earth, caja de 24 discos (compactos, Blu-Ray y DVD audio) grabados en 1997 y 2018. «King Crimson lo graba todo, así nadie debe preocuparse por hacerlo por nosotros», ironiza Fripp, para quien «los mejores registros del grupo han sido siempre en directo». Ni siquiera álbumes como Red, apuntó, «tienen la fuerza transmitida en el escenario».

El octeto actual incluye al histórico saxofonista Mel Collins y a un titular habitual desde 1981, el bajista Tony Levin, y en la nueva gira será baja «por sus responsabilidades familiares» el multinstrumentista Bill Rieflin, plaza que ocupará Theo Travis, cómplice de Fripp en proyectos paralelos. Una formación que «es la primera de King Crimson que abraza el repertorio completo del grupo porque está capacitada para ello». O casi: como confirma luego en un aparte el cantante, Jakko Jakszyk, piezas de los 80 como Elephant talk o Thela hun ginjeet, que cantaba con estilo nervioso Adrian Belew, seguirán quedando fuera del repertorio «porque así lo quiere Robert».

Este King Crimson recupera un clasicismo del que las alineaciones anteriores se había distanciado, ¿no es así, señor Fripp?, pregunta este cronista después de que Fripp lea su nombre, extraído al azar desde el fondo del sombrero. «La banda de los 80, la de ‘Discipline’, estaba bajo el influjo del post-punk y era difícil imaginarla tocando piezas como Cirkus» responde amablemente. Ahí, la voz de Jakszyk, más propensa a la emoción de un Greg Lake, el primer cantante del grupo, juega un papel. «Ahora somos más viejos pero somos también más jóvenes», concluye tomando aires del Peter Sellers de Bienvenido Mr. Chance.

A propósito de los cambios, «una característica de King Crimson es que regularmente el grupo se rompe», apunta Fripp, que aprovecha para lanzar un cordial reproche. «A los fans del rock progresivo les gusta cualquier cosa que hagas mientras no progreses», afirma provocando carcajadas. «Cada vez que cambiamos de repertorio, cuando hay cambios de formación… ¡argh!», grita teatralmente.

Más que hablar de asuntos prosaicos como los nuevos lanzamientos, Fripp se deleita disertando sobre la naturaleza de la música y confesándose, por ejemplo, interesado en los errores. «No solo no me importan. ¡Me encantan! La cuestión es cómo el músico responde al error, cómo reacciona con toda la gente mirando», desliza, colocando así al grupo en una categoría cercana al jazz («mientras que Yes es un grupo de canciones, King Crimson es gente tocando») y suspirando por el «arte efímero».

UN LIBRO EN BLANCO / Ante algunas preguntas, Fripp cierra ante los periodistas los ojos buscando durante unos segundos la respuesta perfecta. Como cuando, a cuento de los tres conciertos del Doctor Music Festival, y siguiendo con su estilo filosófico, anuncia que «para King Crimson cada concierto es único aunque sea exactamente igual que el anterior» porque mil y un circunstancias modifican la música.

Sin embargo, respecto a Montmeló, lo importante es «presentar la música a un público que no ha tenido antes la ocasión de ver al grupo». Y tratar de ver la interpretación como un libro en blanco. «Cuando la gente se junta en un lugar, algo ocurre». Pausa dramática. «Y cuando se junta con buena voluntad, algo remarcable puede ocurrir». Cejas arqueadas. «Lo posible es posible. Y lo imposible puede pasar». Bienvenidos al 50 aniversario de King Crimson.