Como pez en el agua, nunca mejor dicho. No es de extrañar que David Bisbal se haya aficionado a la soledad de las profundidades marinas viendo el revuelo que levanta a su paso. Con él no puedes andar dos metros sin verte rodeado de un enjambre de admiradores o curiosos. Lleva 15 años siendo actualidad permanente. Con o sin rizos. Y más cuando presenta nuevo disco. El más internacional y en el que más ha participado en la composición.

-Presenta mundialmente el disco a bordo de un barco en Barcelona.

-Parece que me trae suerte presentar mis discos en Barcelona. Ya el primero lo presenté en la Casa Batlló. Y el tercero también, recuerdo que entonces ya vino todo el equipo de Europa y Latinoamérica.

-¿Cada uno de sus discos suena un poco menos latino que el anterior?

-Nunca ha dejado de haber elementos latinos, pero yo mantengo siempre la idea de acercarme a la actualidad musical y últimamente he ido por estilos más universales. Ya el castellano los hace en cierta manera latinos; y por otro lado, es curioso ver como ahora el sonido tropical viene también de países como Suecia.

-En clave tropical house, la canción ‘Hijos del mar’ le ha servido también para titular este sexto disco.

-Para mí el mar es un medio protector. En todos los sentidos. A veces, cuando necesito estar solo, nado y me alejo de la costa. Últimamente me he aficionado mucho al submarinismo y no existe un lugar donde encuentre más paz que debajo del agua. Mi amistad con Miguel Lozano, que es el apneísta más importante que tenemos, y catalán por cierto, me inspiró para hacer también bajo el agua el primer vídeo.

-Ha contado con Michael Pescasio, director de fotografía ‘La tormenta perfecta’. ¿Cuando usted se dio a conocer se encontró en medio de una tormenta perfecta pero al revés?

-¿Una ola a favor?

-Con todos los elementos. El lugar y el momento adecuados.

-Ha habido de todo. He tenido el mar el calma, he tenido olas a favor y he tenido olas, y de muchos metros, en contra. También me ha tocado luchar contras las inclemencias del tiempo. Este no es un mundo fácil. Ni muchísimo menos.

-¿Cuando la gente ve imágenes suyas en el mar le imaginan más en las costas de Almería o las de Miami?

--Yo creo que en Almería. Ya mi primer vídeo, Ave María, lo grabé allí. Mi tierra siempre va conmigo por largas que sean las temporadas que pase fuera; y me quedo perplejo cuando, por ejemplo, estoy cantando en México y en las gradas veo a una chica con una bandera almeriense.

-Volviendo al tema ‘Hijos del mar’ y a su pegadizo estribillo. ¿Había grabado alguna otra vez cantando, como aquí, en falsete?

-No, nunca. A veces se tiende a pensar que un artista que funciona no quiere escuchar consejos, pero uno de los valores que mis padres me inculcaron fue el de no dejar nunca de aprender. Para mejorar hay que seguir estudiando siempre y no dejar de explorar tus posibilidades.

-¿Qué ha sido más determinante en el fenómeno Bisbal? ¿El vocalista o el animal escénico?

-No lo sé bien. Lo que sí tengo claro es que a mí me gusta, ante todo, disfrutar de la música sobre el escenario. Grabar un disco es maravilloso por todo el proceso creativo que supone, pero no es comparable a lo que siento en directo.

-Y hablando de animales ¿Este es el año de la cobra?

-Intento llevarlo lo mejor posible (risas). Es algo que no va a nublar ni muchísimo menos la noche tan especial que viví. Fue preciosa y supongo que el tiempo borrará todo este aluvión de comentarios. Hay que tomárselos con humor y punto.

-En el reencuentro de ‘OT’ recuperó algunos de sus característicos giros coreográficos que tenía relegados. ¿Lo seguirá haciendo?

-Comenté en las redes sociales que no me había mareado tanto al dar la vuelta como creía y sí, los voy a repescar. En muchas canciones, sobre todo recientes, no pegan.

-«Sí se puede», repite el estribillo del single ‘Antes que no’ ¿Con connotaciones políticas?

-Trato de alejar mis convicciones políticas del plano musical. En realidad hablo de mi esencia, la que he tenido desde niño, pues yo soy de los que prefieren siempre pensar en positivo, mirar el vaso medio lleno antes que medio vacío.