Adriana Ugarte (Madrid, 1985) ha dejado de vivir en el barrio hipster de Malasaña y se ha trasladado al campo, a las afueras. Sale de su burbuja cuando trabaja. O cuando promociona su trabajo. Quedamos con ella en un hotel céntrico. El taxista le falla en el último momento, así que coge su coche y se presenta tarde, pero sonriente. Hablamos de El sistema solar, que rodó en Lima y que se estrena mañana. Una cena familiar en plenas Navidades desata la caja de los truenos: rencor, ira, rabia...

-Las cenas de Navidad son siempre peliagudas.

-Complejas y controvertidas. A veces se juntan a la mesa gente que no se dirige la palabra.

-¿Le han entrado ganas de ser mamá rodando la película?

-Quiero todo de la vida. Quiero beberme la vida.

-La diferencia con el filme es que usted se lleva muy bien con su familia.

-Tengo suerte. Somos muy payasos. Tocamos música, cantamos y nos divertimos.

-Sus padres son juristas, pero siempre la han apoyado en su carrera.

-Mucho. Y mi hermano, que es abogado y toca la guitarra. Le apasiona el flamenco. Todos son muy artistas.

-Rodó El sistema solar en Lima. ¿Supone poner un pie fuera de España?

-No hay fronteras en mi trabajo. Mi país es España y me gusta vivir aquí. Pero no deben existir las fronteras.

-Perdón, ¿por qué lo dice? ¿Por Cataluña?

-No, por mi trabajo, pero no se preocupe que ahora hablamos de Cataluña. No deben existir fronteras. En todos los niveles. Las fronteras solo nos dividen. Si alguien me llama, pues allá que voy. Acabo de rodar una comedia francesa con Gérard Depardieu. Estoy abierta a todos los países.

-Con Julieta se convirtió en ‘chica Almodóvar’, un título que siempre pesa.

-No pesa ser chica Almodóvar. Y, además, yo soy chica de todos los directores con los que he trabajado y a la vez de ninguno. Soy Adriana, soy una chica del mundo. No soy de nadie.

-Todas las actrices internacionales suspiran por trabajar con él.

-Porque es maravilloso. Pero trabajar con Pedro no significa convertirte en un divo. Al revés. Te da más herramientas interpretativas, más capacidad de ahondar en los personajes.

-¿Hay alguna película o serie de la que se arrepienta?

-Ninguna. Tampoco creo que ningún papel haya sido más o menos. Todo es parte de un camino. Y el camino está lleno de piedrecitas y florecitas. No hay nada mejor ni peor. Todo te hace más fuerte. Te enseña de ti mismo. Al final, no hay buenos ni malos proyectos. La cosa es preguntarte: ¿qué esperamos nosotros de las cosas? ¿Ganar más dinero? ¿Ser más famosos?

-¿Usted qué espera?

-Uno no puede forzar. Uno se pone metas, retos, trabajar en otros idiomas, hacer personajes protagonistas y secundarios, películas grandes y pequeñas.

-¿Está tan orgullosa de La señora como de Julieta?

-Estoy igualmente agradecida.

-Ha rodado en Perú y en Francia. ¿Para cuándo EEUU?

-Estoy leyendo cosas, sí. Podría ser en algún momento.

-Habla francés, inglés y castellano.

-Y más que me gustaría. Me encantan los idiomas, me encanta estudiar.

-Hace ya varios años que tiene entre manos sacar su propia marca de lencería. ¿Sigue adelante?

-Estamos pendientes de que salga. Me hace feliz. Me gusta crear.

-¿Y escribir?

-Sí, escribo relatos. Pero para mí, nunca he querido llevarlos a una editorial. Es algo muy relajante. Siempre hallo un hueco para escribir en mis libretas.

-No puedo dejar de preguntarle por el caso Weinstein. ¿Ha vivido alguna situación incómoda?

-No. He sido afortunada. Y siempre he mantenido la distancia. Vamos, he sido afortunada porque muchas han mantenido la distancia y sí han sufrido abusos. Siempre he estado muy arropada por la gente que tenía alrededor. Cuando he visto algo raro, lo he dicho abiertamente. Nunca he pasado ni media. Ni media insinuación verbal. Ni media mirada.