--El protagonista de Invisible (Anagrama), considerada como una de sus mejores novelas, tiene 20 años y la historia se situa en 1967. ¿Ha elegido a propósito una edad y un tiempo de cambios?

---Sí. Los últimos años de la década de los sesenta fue una época muy loca en Estados Unidos. La gente estaba alborotada y enloquecida por la guerra de Vietnam y la explosión de demandas de todos los sectores sociales. Adam, el personaje principal, vive en medio de una situación familiar agónica por la muerte de su hermano, que ha marcado a todos los miembros de la familia. Por eso, es un personaje conflictivo y ambiguo.

--Hay una gran carga erótica, de tintes incestuosos, mayor que en otras novelas.

--Es una parte muy importante de la novela. Creo que si no hubiera sido capaz de idearla con ese detalle, la novela hubiera fracasado. En otras obras anteriores, como El libro de las ilusiones , he evocado momentos eróticos pero quizá no con esta fuerza. Creo que también se debe al momento en que se desarrolla la historia, a ese momento de locura en el que vive el personaje.

--Pero juega con el lector en la medida en que no queda claro si es una historia cierta, después de presentarla en toda su crudeza.

--Sí, en esta novela hay un juego permanente. Pero es que además la vida es así, nunca estamos seguros de nada. Cualquier circunstancia está abierta a muchas interpretaciones.

--¿Hay en este libro un mayor abanico de perspectivas, de varias voces de una misma narración?

--Todo el libro habla de la ambigüedad, por eso se llama Invisible , porque es imposible abarcar todo lo que pasa desde un solo punto de vista.

--¿Cómo ve la literatura en este siglo XXI tan tecnologizado?

--Las tecnología no modifica el impulso de escribir. Sí puede cambiar la forma de distribuir el libro o la forma que el lector elige para digerir la literatura.

--¿Qué le recomienda a quien empieza a escribir para hacer frente a las presiones del mercado?

--Escribir es una manera bastante terrible de vivir. Si alguien piensa solo en términos comerciales, le recomendaría que no escribiese. Son las palabras las que nos definen como seres humanos.

--¿Qué les pide a sus lectores?

--Nada. Quizá dos cosas: que lleguen hasta el final y que haya algo que les conmueva, que les haga pensar después de terminarlo.

--Hace poco más de un año, cuando estuvo en Barcelona, esperaba el triunfo de Obama. ¿Cómo ha visto su primer año?

--Estoy muy contento, aunque creo que está siendo demasiado moderado para lo que a mí me gustaría. Es un hombre con mucho carisma que está realizando un trabajo increíble. Lo peor es el odio de los ultraconservadores, que quieren destruirlo y que fracase. Son una pequeña minoría pero lamentablemente meten mucho ruido.