Después de haber vendido más de un millón y medio de ejemplares de sus anteriores tres novelas, el polifacético Albert Espinosa (Barcelona, 1973) parece predestinado a ser el gran triunfador de las muchas ferias del libro que es organizan en el país. La razón, su nueva obra, Brújulas que buscan sonrisas perdidas (Grijalbo), un nostálgico relato sobre las segundas oportunidades, el perdón y la verdad a partir del difícil reencuentro entre un hombre y su padre que dejará sin kleenex a su apasionada legión de seguidores. Autor teatral y guionista cinematográfico, Espinosa también vive un momento mágico en su otra faceta, la de escritor televisivo. El fenómeno Pulseras rojas sigue siendo imparable: la segunda temporada tiene aún más audiencia que la primera.

--Cuarta novela. ¿La ha escrito también a mano, como las anteriores?

--Sí, las novelas son lo único que escribo a mano. En la primera, El mundo amarillo , decidí dos cosas. Una, que escribiría en sitios donde hubiera agua, mar, piscinas, bañeras. El agua me inspira. Y dos, que escribiría a mano. Todo lo demás, las series, las películas, lo hago con el ordenador. Pero el libro para mí es algo especial. Busco las 10 o 12 libretas que utilizaré, el tipo especial de boli- Tardo mucho tiempo, pero buscar y encontrar los materiales es un proceso muy importante. Esta vez he usado unas libretas temáticas de ciudades que fui adquiriendo en cada visita promocional de Si tú me dices ven lo dejo todo pero dime ven .

--¿Tiene claro que su novela volverá a arrasar en las ferias del libro?

--Bueno, toco madera, no lo sé. No trabajo con la idea de querer vender cada vez más, aunque sí es verdad que con Si tú me dices ven... salimos con 50.000 ejemplares y ahora lo hacemos con 250.000... En cualquier caso, creo que será un gran Sant Jordi la feria del libro de Barcelona. ¡Y no solo el mío! Será el mejor Sant Jordi de los últimos 10 años. Se lo dije a los libreros el otro día. Nunca he visto a la gente esperando tanto la primavera, el verano, los rayos del sol... Sant Jordi es un día especial para mí. Es el día que perdí la pierna. El mejor día posible para perder una pierna, porque había mucha felicidad en el ambiente. Me han pasado cosas muy chulas en Sant Jordi. ¿Sabe una cosa que me hace mucha ilusión de Sant Jordi?

--Usted dirá.

--Hay una cosa que normalmente no puedo hacer, que es ir en moto. En Sant Jordi, los de la editorial me llevan y me ilusiona.

--Vive usted un momento envidiable. ¿Reconoce que todo lo que toca lo convierte en oro?

--¡Nooo! Solo soy un tío con suerte. Pero también lo era cuando tenía el cáncer: ¡he superado tres! Es verdad que estos últimos años han sido muy bonitos, increíbles. Todo es bestial. En cualquier caso, no me siento un rey Midas, sino alguien que tiene suerte de trabajar con quien trabajo. Los niños de Pulseras rojas , Pau Freixas director de la serie, Sergi Belbel, que me apoyó a tope con Los tigres jóvenes en el TNC, la gente de la editorial... Y tengo suerte del público, al que le gusta todo lo que hago...

--El público. No es fácil encontrar uno más militante hacia un autor que el suyo.

--Tengo un público muy apasionado, sí. Pulseras me ha abierto una franja que jamás habría pensado que tendría. Niños de 8 o 9 años, jóvenes de 15 o 17. Leen el libro y te preguntan y se comunican contigo de una manera muy potente. Yo intento escribir lo que a mí me gustaría leer. Brújulas que buscan... es un libro que a mí me gustaría leer. Me lo leí anoche otra vez y lloré y reí, y pensé que me gustaba. Y que si a mí me gustaba, quizá le gustaría a los demás. La verdad es que cuando escribo no pienso en lo que le pueda gustar o no a los demás, es imposible saberlo.

--Pero usted sabe cómo gustar. La gente le agradece su manera de expresar los sentimientos; se identifica con lo que relata.

--Será porque las emociones me gustan. ¿Por qué hablo de mi vida? Porque es lo que vivo. Y me gusta hablar de eso, de lo que siento, de lo que vivo. Mis historias nunca hablan de personajes que trabajan de algo y tienen problemas con ese trabajo. Yo crecí en un hospital y ahí no hay dinero en el día a día. Solo caricias, abrazos y emociones. En mis personajes no es importante saber a qué se dedican, sino acompañarles en su búsqueda emocional. Al mundo le iría mejor si la gente hablase más de sus emociones. Parece que las emociones o la ternura sean delito.

--¿Cuánto hay de usted en el protagonista de Brújulas... ?

--Todos mis personajes tienen mucho que ver conmigo. Yo es que soy muy pidón. Alguien me explica una historia guapa y le digo: "¿Me la regalas?" Este libro, que para mí es lo mejor que he escrito nunca y con el que mejor me lo he pasado, es fruto de historias y de gente que he conocido en los viajes de promoción de mi anterior libro. Los desconocidos son grandes aliados, porque te acaban explicando cosas muy guapas para tus historias.

--Hábleme de Brújulas- Creo que hará las delicias del público.

--Habla sobre todo de la sinceridad. Es el valor más importante. Cuando estás enfermo quieres que te digan la verdad. Estás en una relación sentimental y quieres la verdad. Pero al final hay poca gente que sabes que te dirá la verdad. Desde hace años busco archipiélagos de verdad; gente que no sean ni amor ni familia, sino gente que en el día a día siempre me diga la verdad. Y cuando les encuentro, les pido que formen parte de mi archipiélago de sinceridad y les doy una brújula.

--La primera frase del libro es "para vivir hay que vivir". ¿A qué se refiere, exactamente?

--Es la clave de todo. Hay gente que se marcha del mundo, como el protagonista de la novela. Gente que se harta de todo y decide no participar en nada más. Mucha gente me dice: "No se han cumplido mis sueños, no me pasan grandes cosas en mi vida". Pero es que quizá ha dejado de formar parte del mundo. A veces nos olvidamos de vivir. Protestamos mucho, pero vivimos poco. La gente piensa que vivirá eternamente, pero no. Yo siempre tengo un umbral de vida de tres meses. Y cuando pasan esos tres meses, pues tres más. Plazos cortos de vida. Así lo aprovechas todo al máximo.

--El protagonista y sus hermanos juegan un día al fútbol y tienen un padre director de cine. ¿Universos paralelos como en la serie Fringe ?

--Jaja, no. En todas mis novelas hay guiños a cosas que he hecho antes. El número 23 sale en todas. Muchas tramas pasan de una historia a otra. Mis personajes viven en lo que yo llamo mundo amarillo, un pueblecito donde se conocen y donde un día el niño de Pulseras se encuentra con otro de Cuarta planta y este a su vez es amigo de Els tigres . Me gustan esas conexiones. Al fin y al cabo, es un universo.

--¿Veremos Brújulas... convertida en película? ¿Le gustaría?

--Nunca he querido que mis novelas sean películas. Las novelas son bebés que son novelas. Si haces una película con ellas se pierde la magia. La gente imagina cómo es la cara de los personajes. Yo ya escribo mucho para el cine o la tele. Quizá cuando estos bebés sean adultos, dentro de 15 o 18 años, pues se transformen en película. ¡Pero mientras no lo sean, como yo mando en ello, pues no serán película nunca!

--¿Habrá tercera temporada de Pulseras rojas ?

--Todo el mundo quiere hacerla. La idea era que la historia transcurriera en los 10 años que yo estuve enfermo. Entre la primera y la segunda temporada esperamos a que los niños se hicieran adolescentes. Ahora han de ser adultos. Esperaremos dos años a que crezcan. Y espero que nos permitan esperar. En todo caso, ya le aviso que el final de la segunda temporada será muy duro. Los espectadores sufrirán.

--¿Cómo está la adaptación de Pulseras a cargo de Spielberg?

--Avanzando... Martha Kauffman, que está al cargo, nos dice que estas cosas de las televisiones americanas van lentas, pero que la nuestra va bien.