Las tensiones familiares no desaparecen ni en las fiestas navideñas. Incluso hay comensales que no se hablan y que se ven forzados a compartir el banquete festivo para guardar las apariencias. De esta situación no se libran ni las familias reales. Y si no que se lo digan al rey Alberto de Bélgica, al que casi se le indigestan los turrones por culpa de su hijo pequeño, el príncipe Laurent, de 43 años.

El monarca arremetió contra su vástago en el discurso televisivo de Navidad. Laurent ha sido acusado de participar de manera activa en un caso de facturas falsas y desvío de fondos de la Marina, por el coronel Noël Vaessen, su consejero personal entre 1993 y 1999. Según el militar, el príncipe obtuvo 175.000 euros de un fraude de dos millones.

La situación se ha vuelto insostenible en la corte belga, lo que ha obligado al rey Alberto a llamar al orden a su hijo. Sin mencionar expresamente el caso del príncipe, el monarca reconoció que se han producido a menudo casos de "abusos de bienes sociales o de recursos públicos". Y aseguró que "ninguna persona está por encima de la ley" y que "la justicia debe poder hacer su trabajo con toda independencia".

El discurso real acaparó todas las portadas de la prensa belga, que no dudó en destacar de forma unánime que Alberto II se refería a su hijo.

El príncipe Laurent está casado con Claire Coombs y tiene tres hijos, Luisa y los gemelos Nicolas y Aymeric. El benjamín de los reyes Alberto y Paola, que fue nombrado senador de honor en mayo del 2000, cobra una dotación anual del Estado que ronda los 290.000 euros. Pero, según parece, no es suficiente para mantener su ritmo de vida. Según Vaessen, mentor del príncipe, este siempre intenta sacar dinero de todo, ya que no tiene medida con el lujo.