Cuando Pedro Almodóvar subió ayer al escenario del Walter Read Theatre, para ofrecer junto a Antonio Banderas y Elena Anaya la rueda de prensa tras la proyección de La piel que habito en el festival de Cine de Nueva York, interpretó el ambiente de la sala como cierto estado de choque entre los periodistas por lo que acababan de ver en la pantalla. El discretísimo aplauso y las críticas que han empezado a gotear antes del estreno comercial limitado mañana en Estados Unidos, sin embargo, apuntan más a un desencanto con su último trabajo, aunque el manchego sigue contando con una admiración a su maestría formal en el lado oeste del Atlántico.

Quizá nadie vaya a ser más duro con él que David Denby, crítico de la prestigiosa revista The New Yorker , que habla del largometraje como "un manual de técnica expositiva, todo artesanía y brillo" y "la menos disfrutable" de sus obras, "una película que es seria sin ser inteligente". Denby --que ahonda más que nadie en la tradición estadounidense de destripar en exceso los argumentos-- define a Almodóvar como "el más espontáneo de todos los artistas de cine" pero cree "ha sucumbido al arte y los resultados son un plomo".

Tampoco David Edelstein,de New York Magazine , está convencido por una cinta que ve "todo superficie", y aunque opina que "no es la peor de Almodóvar", cree que es "la única en que el sentimiento, emocional o sexual, no envuelve la imagen y mantiene unido el destartalado melodrama". Y Karina Longworth, del Village Voice , opina que se ha embarullado en la reinvención postmoderna del thriller y "mata los placeres básicos del género".

El cineasta manchego le queda ahora, además, lo más vital que hable el público que, en es el que paga.