‘LA VIDA SOÑADA DE EMMA’

Teresa Guirado

Planeta

La escritora Teresa Guirado regresa tras el éxito de su primera novela, Jodidamente especial, de la mano de Planeta con La vida soñada de Emma, una llamada de atención a las mujeres que han dejado de «amarse a sí mismas» y sufren la violencia machista «que no se ve», la psicológica, conocida como «luz de gas».

«No es una historia dramática», precisa Guirado sino que está contada de forma positiva, con el sarcasmo de la protagonista, Emma, abogada de profesión, una mujer de un nivel social, económico y cultural alto que decide formar una familia con el hombre aparentemente perfecto, Tomás, dueño de un bufete de abogados y que acaba ejerciendo un dominio sobre ella.

«La humillación y el principio de que no estás valorando a la mujer que tienes al lado, no la estás dejando desarrollarse, es un caso de violencia psicológica, la conocida como luz de gas, muy difícil de sacar a la luz», explica la escritora, nacida en Madrid pero valenciana de adopción.

En esta novela Teresa Guirado escribe de lo que más le gusta, las emociones, y el germen del libro «era inicialmente escribir sobre qué pasa cuando creces al lado de un hombre, otro de los protagonistas, Javi, el apoyo de Emma, que es tu mejor amigo y llegas a adulta».

La maternidad de la escritora, sus vivencias y la de las mujeres de su entorno le hizo dar un giro a la historia, y recoger también los casos de desequilibrio «brutal» que se da entre el papel del hombre y la mujer en su relación de pareja y en la atención a la familia. «Me apetecía remover conciencias y que las mujeres que lean el libro se planteen si lo que le pasa a Emma les está pasando también a ellas y no se han dado cuenta, y que los hombres también se vean reflejados», afirma Guirado que señala que ha estado documentándose sobre la violencia machista y la desigualdad entre hombres y mujeres, y quería mostrar la violencia «que no es visible», la de la mujer que «está subyugada, que no puede salir cuando quiere, que no puede ejercer la profesión que le gusta, a quien su pareja no hace más que decir malas palabras». «La conexión entre mujeres debería asentarse más y ser más positiva», defiende Guirado, quien lamenta que les hayan enseñado a «estar compitiendo siempre» entre ellas y aboga por la expresión «solidaridad entre mujeres».