Las dos proyecciones para la prensa acreditada de la única película española en competición, Mar adentro , de Alejandro Amenábar, terminaron con una cerrada ovación, que se reprodujo al aparecer en los títulos de crédito el nombre de su protagonista, Javier Bardem. Durante la proyección este variopinto público integrado por periodistas y críticos de los cinco continentes siguió el desarrollo de la acción con un silencio y complicidad totales, sólo interrumpido por las risas en los momentos que se prestaban a ello y también con lágrimas en las imágenes más emotivas.

Pero la cosa no acaba ahí. Al mediodía, el entrar en la abarrotada sala de prensa el equipo de la película, el recibimiento fue apoteósico. Este cronista, que desde hace tiempo acude a ocho festivales al año, jamás había oído unos aplausos tan entusiastas y prolongados. Ni en el festival de cine de Cannes, ni en Berlín, ni aquí. Parecía el final de un recital. Amenábar y Bardem, los dos grandes protagonistas, no sabían qué hacer ni qué cara poner. Se limitaban a sonreír, apabullados por esta reacción espontánea.

AGRADECIMIENTO Bardem fue el primero en responder a una pregunta. Antes que nada confesó su aturdimiento. "Estamos muy agradecidos por esta recepción. Estoy muy emocionado", dijo con la boca seca. Más tarde, cuando le pronosticaron el premio al mejor intérprete masculino, precisó: "Tras recibir estos aplausos no hay premio ni estatuilla que los supere", dijo emocionado.

Amenábar también tuvo que afrontar su condición de presunto ganador del máximo galardón de este festival, el León de Oro: "No hay que ir a los festivales con la quiniela hecha --respondió--. Yo he pedido que hoy saliera el sol. Han caído cuatro gotas pero luego ha salido el sol. Con esto ya soy feliz", puntualizó en otro momento.

Junto a Bardem y Amenábar estaban las actrices Belén Rueda, Lola Dueñas, Mabel Rivera y Clara Segura, así como el productor Fernando Bovaira, que también fueron ovacionados. Uno de los elementos inesperados fue constatar que los espectadores salían gozosos y optimistas tras ver un filme que trata de la muerte, buscada, exigida y ejecutada por el tetrapléjico Ramón Sampedro. "Ramón miraba la muerte de frente. Mientras rodábamos, la película nos llevaba cada vez más a la vida porque para él la muerte no era algo traumático, sino una continuación, una naturalización, de la vida", aclaró Amenábar.

EL RETO El protagonista de la película tuvo que responder a muchas preguntas sobre las dificultades de su trabajo. "Pues ha sido sencillo porque Sampedro es un personaje hermoso. Las dificultades físicas han sido relativas. Tenía que estar en la cama arqueado para tapar este cuerpo de armario que tengo", indicó el actor.

Amenábar insistió en que Mar adentro no es una película reivindicativa de nada. "Está en el camino de la reflexión y no en el de la reivindicación, al margen completamente de que se abran debates sobre la eutanasia. Es un referente para las personas que se interesan por la vida y por la muerte".

El cineasta destacó que le había impactado la sensación de paz y de libertad que rezumaba el libro, escrito con la boca, de Ramón Sampedro. "Por ello ví claro que había que entrar en su mundo interior y prescindir de movimientos de cámara".