Alejandro Amenábar no durmió bien la noche del sábado. Se levantó con dolor de cabeza y sin apetito. Fue relajándose, pero la ceremonia de los Oscar hizo que los nervios volvieran, cada vez con más fuerza. Tuvo que esperar hasta que, con una emoción que incluso a él le sorprendió, Gwyneth Paltrow dijo en perfecto español de Talavera de la Reina: "España, Mar adentro , Alejandro Amenábar". Por fin, tras meses de trabajo, y muchos más de promoción, el Oscar estaba en sus manos. Eso sí, el director quiere matizar: "El premio es para la película, no para mí. No creo que cambie mi carrera en lo más mínimo".

Antes de su primer encuentro con la prensa española, Aménabar había recibido una llamada del rey Juan Carlos, quien le transmitió la felicitación de toda la familia real por su triunfo. Después, entre botellas de champán, al director le empezaron a llover las preguntas sobre proyectos en Hollywood, o sobre ideas como la de trabajar con Spielberg. El mantuvo lo de siempre: "Para mí lo más importante es creer en los proyectos que hago, buscar la mejor manera de contarlos y sentir pasión. Si aparece en el camino uno ajeno que me apasiona lo haría pero, si no, mantendré la relación que he tenido con Hollywood".

LA ALFOMBRA ROJA Esa relación fue, en la parte social, más intensa que de costumbre el domingo, cuando Amenábar y el productor Fernando Bovaira se sumergieron en la estelar riada que recorre la alfombra roja a las puertas del Kodak Theatre. Ese camino ha sido el mayor suplicio para el director. "Es como la venta de pescado en un mercado. Llegas allí y eres la merluza que nadie quiere. De repente está el rodaballo. Pasa el besugo. Sientes que te están vendiendo en el mercado. Y es lo que se me hace más cuesta arriba, la famosa alfombra roja", confesó.

Las cosas de codearse con lo más de la industria también tiene sus momentos incomparables. Y para Amenábar el del domingo llegó 45 minutos antes de que empezara la ceremonia, cuando sacó fuerzas para superar la timidez y se acercó al compositor John Williams, uno de los pocos hombres que confiesa idolatrar. "Pensaba, ¿me acerco o no me acerco? Al final me he decidido, le he dado la mano y me he presentado".

Quedan ahora el final de promoción en Japón y unas vacaciones junto al mar.