Considerado el mejor escritor israelí vivo, y autor, entre otras, de Contra el fanatismo , Mi querido Mijael y Una historia de amor y oscuridad , Oz, que hoy recibe el premio Príncipe de Asturias de las Letras, tiene el rostro de quien ha vivido mucho e intensamente. Sus palabras reflejan una cierta dualidad. La suya es una vida dividida entre una parte literaria, y otra política, pública. Nacido en Jerusalén hace 68 años, también es dual en el sentimiento por su país, Israel, por el que asegura sentir "una combinación de amor e ira", y su idea del futuro, entre la esperanza de alcanzar la paz y el escepticismo sobre el fin del fanatismo.

--¿Qué supone para usted compartir el escenario del Teatro Campoamor, en Oviedo, con víctimas del Holocausto?

--Recibir el Príncipe de Asturias es un tremendo honor por el amor que profeso a la literatura española y a Latinoamérica. Y es un honor mayor el compartir el escenario con el Yad Vashem, porque se trata del recuerdo, de recordar. Escribir literatura es también recordar.

--En España se hace revisión de la historia. ¿Todos los pueblos deben hacer memoria?

--Es crucial poder mirar al pasado directamente a los ojos, pero hay que tener cuidado de no quedar hipnotizado por el pasado. Hay que mirar atrás para poder olvidarlo, y luego recordar que se ha olvidado.

--¿Es posible la reconciliación entre árabes e israelís?

--Sí, es posible siempre que no se base en el olvido total. La reconciliación tiene mala reputación, sobre todo entre los idealistas, que creen que el compromiso es incoherente. Pero yo creo que el compromiso es vida, y lo contrario de la vida es el fanatismo. Y se lo digo yo, que sé algo sobre el compromiso... ¡Llevo casado 47 años con la misma mujer!

--Ha escrito usted mucho contra el fanatismo. ¿Confía en una cura?

--Me temo que no. Es como un gen malo del ser humano. Se puede contener, pero no se puede eliminar. El fanatismo existe no solo en la religión o en la sociedad, sino también en el seno de la familia.

--¿Cuál sería la solución que plantea para Oriente Próximo?

--La solución es retomar el compromiso histórico entre palestinos e israelís. Los palestinos reclaman su derecho sobre la tierra, y tienen razón. Los judíos israelís, también. La solución es dividir la tierra en dos naciones: Israel y Palestina, y que convivan en paz. Si me pregunta en cuánto tiempo, lo ignoro. Pero no existe otra alternativa.

--¿Qué papel juega Europa?

--Se equivoca al adoptar una postura de institutriz victoriana, apuntándonos con el índice. Debería ayudar a palestinos e israelíes a superar miedos e inseguridades, y a trabajar para solucionar el conflicto.

--¿Y Estados Unidos?

--Ha cometido muchos errores. Uno colosal ha sido la invasión de Irak. Es imposible imponer una democracia con pistolas.

--Daniel Barenboim y Edward Said, también premiados con un Príncipe de Asturias, lucharon por la paz a través de la música. ¿Sirve la literatura como arma?

--La literatura es un vehículo maravilloso para mejorar la comunicación. Es difícil odiar a un pueblo si se ha leído a sus autores.