En una pasarela que comenzó sin pasarela --Cibeles ha seguido las últimas tendencias y los primeros modelos desfilaron directamente sobre la moqueta--, la atención de la sesión de apertura de la 45 edición del certamen de moda madrileño más importante estuvo puesta en un joven rubio, de ojos azules y medidas espectaculares y en su pareja, una de las mujeres estrella de la prensa rosa en España.

Porque la llegada de Ana Obregón a la primera fila del desfile de Francis Montesinos acaparó ayer todos los flases de los reporteros gráficos, que concluyeron de un plumazo las entrevistas que les hacían a Miguel Bosé y Antonio Canales, también entre el público.

Con un ajustado vestido de lunares y sin perder la sonrisa, la actriz y presentadora, que se sentó junto a una animada Massiel, alabó la profesionalidad de su novio Darek, que se estrenaba en la pasarela de Madrid. "Sí, es un chico muy guapo, pero además de eso tiene un gran corazón", dijo Obregón.

La presencia del novio de Ana Obregón, en la espectacular y colorista puesta en escena del modisto valenciano, sumada al desfile de la siempre llamativa diseñadora Agatha Ruiz de la Prada, que presentó una colección dedicada al snowboard, con tablas de snow incluidas, rompieron con la sobriedad que, en general, mostraron el resto de modistos.

Por ejemplo, los diseños de Miriam Ocáriz, encargada de abrir la jornada de ayer en Cibeles, apuestan por el contraste de la figura de una mujer muy marcada a base de leggins y pitillos y a la vez amante de los volúmenes creados con plisados y fruncidos que se abomban a todas las alturas. Buscando el detalle, la diseñadora Ocáriz empleó lazos y estampados de topos.

Antonio Pernas, por su parte, presentó una colección inspirada en los años 40, muy urbana, de líneas rectas, con predominio de los colores oscuros, tanto para el hombre como para la mujer, solo rotos por la estridencia del rojo y algún lila.

La mañana la cerró la colección de Lemoniez, que hizo hincapié en unos tejidos muy elaborados con brocados y elementos en relieve que evidenciaban un contraste en las texturas. Los estampados otoñales y los toques florales recordaron vestimentas tradicionales de Europa del Este.

Justo después del espectáculo de Francis Montesinos y antes de la particular inspiración dieciochesca de la extravagante y colorida Agatha Ruiz de la Prada, la sobriedad volvió a la pasarela Cibeles de la mano de Angel Schlesser y sus looks monocromáticos o bicolores de líneas sencillas adornadas con frunces, pliegues, drapeados, asimetrías y leves formas de globo.