The women aborda los dilemas de la mujer con un reparto despampanante. Annette Bening es una de las estrellas de la película.

--¿Cómo fue el rodaje de The women. Tanto el reparto como el equipo creativo eran mujeres...

--No sé si el hecho de que fuéramos todas mujeres tiene que ver algo, pero fue un rodaje no solo muy divertido sino muy efectivo. Yo soy bastante precisa y organizada en mi trabajo, no me gusta perder el tiempo, Meg Ryan es igual y Diane English también, así que nos juntamos un grupo de mujeres a las que nos gusta hacer el trabajo lo mejor y lo más rápido posible para poder irnos a casa pronto a ocuparnos de otras cosas. Creo que eso afecta a la dinámica del rodaje y el resultado se nota.

--Su personaje se enfrenta a un gran dilema, ser leal a su mejor amiga y ser discreta o mantener su trabajo. ¿Qué resonancia tiene eso en su vida?

--Por suerte tengo un grupo de amigas, pequeño pero muy leal, a las que conozco desde que estudiaba arte dramático. Pero el hecho de haberme convertido en un personaje público ha cambiado radicalmente las cosas en el terreno de las relaciones personales. He aprendido a ser mucho más discreta en mi vida privada, a saber con quién puedo hablar de ella y con quien no.

--¿O sea que nada de cotilleos en su vida?

--Un poco de cotilleo siempre hay risas somos humanos, a quién no le gusta cotillear algo, pero igual que yo soy muy discreta y leal con mis amigos y cuando me cuentan una cosa privada me mantengo hermética, exijo lo mismo de los demás.

--Otro dilema de Sylvie es la elección entre la carrera profesional y la vida personal. Usted ha sabido mantener el equilibrio entre ambos aspectos. ¿Cómo lo ha logrado?

--Sabiendo dar prioridad a las cosas, naturalmente mis hijos y mi marido son lo primero, aunque alguna vez me haya costado rechazar un buen papel. Me mantengo cuerda gracias a mi familia, ellos hacen que tenga los pies en la tierra dentro de esta esquizofrénica profesión. Ser actriz sin esa dosis de realidad en tu vida puede causarte gran confusión. Tener vida fuera de los platós es una dosis de oxigeno, hace que tu trabajo sea más fresco, más puro y rico. Y admito que he tenido la suerte de poder dejar de trabajar durante un par de años cada vez que he tenido un hijo y volver al trabajo sin mayores problemas. Obviamente he perdido buenas oportunidades pero también he evitado hacer películas que luego resultaron no ser demasiado buenas.

--¿Es ambiciosa?

--Lo he sido y creo que en cierta medida lo sigo siendo. La ambición es importante a la hora de querer hacer cosas y la energía para hacerlas bien. Empecé a tener hijos en la cumbre de mi carrera y, como ocurre en la vida de toda mujer cuando llega ese momento, tuve que decidir. Me decanté por la familia.

--Belleza, talento, éxito... Cuando estos ingredientes se dan en una mujer suelen intimidar al hombre ¿Está de acuerdo?

--Ocurre a veces. Creo que las mujeres que disfrutan de una posición social y de cierto poder pueden intimidar no solo a algunos hombres sino también a algunas mujeres. Pero en general se va aceptando más la idea de que la mujer pueda ser tan poderosa o más que el hombre.

--Usted es la prueba de que aún hay papeles para actrices que han pasado de los 50 sin haber alterado dramáticamente su fisonomía. ¿Se presiona menos hoy a las actrices para que parezcan más jóvenes?

--No creo que haya menos presión. Lo que sí he notado es que esa presión no solo existe en mi profesión, aunque obviamente te observan delante de una cámara. Durante mi juventud trabajé en teatro y ahí no te planteas el tener arrugas, pero cuando pasé al cine, ya con los 30, fue cuando empecé a preocuparme más de mi apariencia.

--¿Y cómo lo lleva?

--No es que me encante verme cada vez más arrugada, pero es inevitable, todo el mundo envejece y hay que saber aceptarlo y verlo de forma positiva. Ahora interpreto papeles que hace años no podía hacer, hay muchas mujeres que se sienten identificadas con ellos. Espero poder interpretar a muchas abuelas en el futuro.

--¿Qué opina de la cirugía plástica?

--No tengo nada en contra, me parece que todo el mundo está en su derecho de elegir la cirugía para mejorar su aspecto, lo que me parece triste es la presión cultural que se ejerce en las mujeres, incluso en jóvenes. Parece que los hombres empiezan a sufrir esa presión. Lo mejor es saber aceptarse a uno mismo, con o sin cirugía.