De ejecución lenta --legendario es el tiempo, años, que invierte en sus telas-- y mirada aguda --no pierde detalle de lo que acontece--, Antonio López (Tomelloso, 1936) es uno de los creadores imprescindibles del siglo XX y era, hasta que Miquel Barceló lo desbancó, el artista español vivo más cotizado: su hiperrealista Madrid desde Torres Blancas alcanzó 1,7 millones de euros, en el 2008. Tan admirado, como discutido por su filiación a la figuración en tiempos de abstracción, el máximo representante del realismo madrileño ha pasado por Barcelona para formar parte del jurado de la séptima edición de Figurativas'13, un premio al que optan 2.270 artistas de todo el mundo y que otorga la Fundació de les Arts i els Artistes.

--¿Cree que a la figuración se la sigue tratando mal?

--Sigue humillada por los otros lenguajes. Pero no es de ahora, cuando estudiaba Bellas Artes ya pasaba. Todas las expectativas estaban ya en los lenguajes que se denominan a sí mismos de vanguardia. Y el resto ya no era ni es vanguardia. Algo muy injusto porque no es verdad. La buena figuración recoge el momento presente, como cualquier otro lenguaje.

--¿A qué se debe este desprecio?

--Con el nacimiento de la fotografía se pensó que con ese gran invento bastaba para recoger el mundo que nos rodea, el mundo objetivo. Disparó la imaginación y se crearon todos los lenguajes de la modernidad. Algo extraordinario si no fuera porque la figuración quedó fuera de todo este juego cuando en realidad los grandes figurativos forman una pieza realmente prodigiosa no solo como lenguaje del arte sino como descripción del mundo. Lo que explica Hopper no lo puede contar un cineasta ni tampoco lo puede decir un fotógrafo.

--A usted lo que la gusta es que la pintura cuente una historia.

--Muchísimo. Una mujer que toma el sol encima de la cama como muestra Hopper, un cuadro de Balthus o una pintura de Frida Kalho tienen que hacerse desde la figuración sino no se pueden contar esas historias. Dalí, cuando es bueno, es fantástico. Habla del mundo, de Cadaqués, de su mujer, de sus amigos, de sus obsesiones, de sus manías, de todas las zonas oscuras. Todo eso se hace desde la figuración de una manera muy directa.

--También cita siempre a las emociones, ¿es imposible pintar sin ellas?

--Si debajo o en el centro de esta aventura no está la emoción, es un cascarón vacío. Pero solo un cascarón por muy rico que sea. Y ese cascarón brillante es lo que ha engañado tantas veces. ¿Cómo se mide la emoción? ¡Eso quisiera saber yo! La noto cuando veo Retrato de Inocencio X de Velázquez. Da la medida de todo lo que es el hombre, desde la parte exterior a lo más profundo de su interior. Y esto es lo que tiene que ser el arte.

--Así, ¿la finalidad del arte es expresar emociones?

--O Belleza, fealdad, dolor, terror, injusticia o indignación. El arte esta para todo eso, no para adornar paredes. Está para comunicar cosas. Para el artista diga lo que siente y haya unos espectadores que saquen una enseñanza, y también un placer. Cuando vemos el busto de Nefertiti o una acuarela de Paul Klee vemos el misterio del mundo como lo vemos en el firmamento, pero además sentimos una espiral de placer verdaderamente impresionante.

--Es uno de los artistas españoles más cotizados, ¿cree que el arte vale las cifras astronómicas que alcanza?

--Estamos en el capitalismo. Lo que se paga por el fichaje de un futbolista me parece quizá más grave que lo que se paga por el arte. Con todo el respeto al futbolista, porque es como todos nosotros, una pieza cuya voluntad casi no cuenta. Estamos bajo el capitalismo más arrollador y brutal que ha vivido nunca la humanidad a la luz del día y conscientemente. Y esto lo está emporcando todo. Entonces, que paguen el arte más o menos a mí me parece que no tiene ninguna importancia al lado de otras injusticias. Otra cosa es que se pague mucho por algo que no lo merece. ¿Pero una pintura buena? ¡Si es lo que le queda al ser humano!

--Hablando de capitalismo, ¿le afecta la crisis económica y moral actual?

--Me hace daño la sensación que tengo de un mundo en el que no hay esperanza. Franco hablaba de dejarlo todo atado y bien atado, y este es un mundo atado y bien atado. La sociedad capitalista ha creado unas formas de supervivencia verdaderamente diabólicas. Mientras los que manejan los hilos no sean víctimas de esas marranadas y la mierda no les llegué a la boca, no habrá solución. Se va a maquillar todo, y no se hará nada.

--Lleva 17 años trabajando en el retrato de la familia real. ¿Cómo lo tiene?

--Lo quiero acabar. Y lo quiero acabar bien. Trataré de hacer un buen trabajo, como documento y como pintura. Tienen que estar las dos cosas. No voy a decir que si no se parecen, da igual. Si no se parecen, no es un retrato, es un fracaso. Pero, además, quiero que la pintura habite en el cuadro.

--Con todo lo acontecido, ¿ha cambio su percepción de los personajes?

--Influirá inevitablemente. La imagen es la misma pero se han superpuesto acontecimientos que tienen que aparecer de alguna manera, aunque no explícitamente, pero todo eso sale. No es una cosa a nivel consciente, pero sé que todo esto aparecerá.

--Y, ¿en qué está trabajando?

--Quiero recuperar la figura humana. En todos estos años la he trabajado desde la escultura, ahora quiero hacerlo también desde la pintura. Trabajarla en sus actos, en sus relaciones y en los temas que son parte de la vida, y abordar hasta las cosas más intimas. ¡A ver hasta donde llego!