Desde su casa de Madrid evoca que, cuando vio La Raulito (1975), se quedó impresionada, aunque a su padre, Elías Querejeta, no le gustó nada: «Me pareció un buen ejemplo de cine que anunciaba en la cartelera el fin de la dictadura». Adora El guateque, desde los ocho años la ha revisitado muchas veces, también con su hijo cuando era pequeño, y Cantando bajo la lluvia, su musical favorito. «En mi recuerdo, para siempre, el zapato verde jade de Cyd Charisse». Vio El último tango en París en un cine de Biarritz con su madre, «que siempre fue muy moderna», aunque, asegura, «no sé si se arrepintió de llevarme», y desde entonces le ha perseguido la banda sonora de Gato Barbieri. Y aunque se le tuerce el gesto si sabe que una película dura más de dos horas, una de sus favoritas dura más de cuatro, Las mejores intenciones.