Lo mejor y lo peor que le pasó en la vida al director Peter Cattaneo (Twickenham, Reino Unido, 1963) fue Full Monty, con la que obtuvo el BAFTA a la mejor película, fue nominado al Oscar al mejor director y barrió en taquilla: aquella comedia de strippers aficionados recaudó 73 veces su modesto presupuesto. Algo así alegra la vida a cualquiera, pero también crea una presión y unas expectativas demasiado grandes para lo venidero. La comedia carcelaria Lucky break no logró los mismos resultados, a pesar de combinar también el aroma de los clásicos de la Ealing y el tacto realista de Ken Loach. «Son mis influencias básicas, además de, aunque suene extraño, los musicales de la Metro-Goldwyn-Mayer, con los que crecí. A lo largo de mi carrera me he descubierto siguiendo su estructura y tratando de convertir las canciones que suenan en mis películas en parte de la historia».

Lo hace, por ejemplo, en ¡Que suene la música!, su regreso al cine después de una década trabajando en televisión (se ha encargado de episodios de Rev, , y Flack, entre otras series). Inspirada en múltiples historias reales, la película cuenta, entre risas y congojas, cómo un grupo de mujeres de militares monta un coro con el fin de distraerse mientras sus maridos (o mujeres) son desplegados en Afganistán. La idea es levantarse los ánimos, pero acaban levantando también el de otros: de la imaginaria base militar de Flitcroft Garrison saltan al Royal Albert Hall de Londres. Su aventura se ha estrenado en España en el Baracelona Film Fest, y está previsto que llegue a las salas el 24 de julio.

Al frente del grupo encontramos a Kristin Scott Thomas, en el papel de estricta esposa de un comandante, y a la comediante Sharon Horgan (cocreadora de la gran serie Catastrophe) como más relajada y punk esposa de un sargento mayor. O quizás deberíamos decir pospunk: la primera canción que su personaje propone para el coro es un clásico sintético de principios de los 80, Don’t you want me, de The Human League. «Fue bastante complicado elegir los temas», comenta Cattaneo. «Por un lado, porque no podíamos tener todos los que queríamos, ya fuera por presupuesto o permisos. Por otro, casi por exceso de opciones: empiezas a mirar por Spotify o iTunes y puedes colapsarte. ¡Hay muchas canciones en el mundo!».

Podríamos tildar a ¡Que suene la música! de comedia dramática, o drama con toques de comedia, pero nada la define mejor que cine feelgood. Es decir, cine de sentirse bien, de emociones inspiradoras, de gente corriente haciendo cosas que no esperaba y superando adversidades. A Cattaneo no parece gustarle esa etiqueta ( «no creo que los directores la usen»), pero admite su interés por las historias terapéuticas: «Si tengo que pasar tres o cuatro años preparando una película, prefiero hacer una historia que haga sentir bien a la gente. Y que salgan del cine con una visión más positiva del mundo de la que tenían al entrar», asegura.