Simplemente veo una cosa que me interesa y me gusta y la compro. La guardo y la contemplo. Y así sucesivamente", escribe el catedrático de Historia del Arte Federico Torralba cuando reflexiona sobre su atracción como coleccionista. De ese impulso está hecha una colección de 250 piezas en cerámica, que fue creciendo en las últimas décadas del siglo XX en colaboración con el pintor Antonio Fortún, fallecido en 1999.

Esta colección constituye un muestrario de las posibilidades artísticas sobre este material bien a través de figuras humanas o de objetos de uso cotidiano como platos o vasijas. De ella se exhibe una selección de cien piezas en el Museo de Bellas Artes de Badajoz.

"Antonio compraba con voracidad", recuerda Torralba en el escrito que se incluye en el catálogo de la muestra. "También buscaba a los ceramistas, les hacía encargos y seleccionaba material y, finalmente, terminó trabajando con algunos y logró hacer algunas piezas de cerámica".

La muestra, que permanecerá durante este mes de octubre y el de noviembre en el centro de exposiciones pacense, está distribuida en cinco grandes conjuntos desde el punto de vista del origen geográfico: cerámica de imitación oriental, nórdica, del ámbito catalán, aragonés y obras de Enrique Maestre, ceramista valenciano que supone una referencia obligada en el último tercio del siglo XX tanto para el arte cerámico español como para el europeo, según la información del museo.

Asimismo, muestra una visión panorámica de la creación cerámica contemporánea centrada fundamentalmente en los años sesenta y setenta del pasado siglo, momento de auténtica eclosión de la cerámica contemporánea. Estos conjuntos se completan con un grupo final que abarcan piezas diversas que no pueden encuadrarse en los grupos anteriores. Actualmente forma parte, como legado, de los fondos artísticos del taller-escuela de Muel, dependiente de la Diputación de Zaragoza.