En 1874 la National Gallery de Londres compró dos pinturas del florentino Sandro Botticelli (1445-1510). La primera se titulaba Venus y Marte y con el tiempo se ha convertido en una de las obras más apreciadas de la colección del museo. La segunda, Alegoría , era también magnífica y en el momento de ser adquirida resultó más cara que la primera. Las dos creaciones, se creyó entonces, habían sido concebidas como un conjunto y, puestos a comparar, críticos y expertos dudaban cuál era la más bella y representativa. La conmoción fue mayúscula cuando se descubrió que Alegoría , por la que se había pagado el precio más elevado, no era un botticelli. El cuadro era una copia, realizada por uno de los seguidores del maestro cuatrocentista.

Para un museo, reconocer que le han dado gato por liebre no resulta nada fácil, pero tampoco lo es, incluso para los iniciados más sagaces y eruditos, distinguir qué es verdadero o falso en el mundo del arte. De imposturas e inesperados hallazgos trata precisamente la exposición que ha montado la National Gallery, en un ejercicio de humildad y transparencia encomiables.

El arte de la falsificación: Imitaciones, errores y descubrimientos en la National desentierra y muestra al público más de 40 supuestas obras maestras, algunas de ellas atribuidas a Botticelli, Holbein y Durero, que fueron adquiridas por el museo londinense y resultaron ser imitaciones. Su actual director, Nicholas Penny, no teme que el sacar los esqueletos ocultos que guardaban en los sótanos vaya a afectar la reputación de la institución. "Sería muy simplista que la gente pensará que tenemos algo de qué avergonzarnos", comentó en la presentación de la exposición, que se inaugura el miércoles y permanecerá abierta hasta el 12 de septiembre.

LA LABOR DE LOS CIENTIFICOS "No es una mala idea el tener falsificaciones. De hecho me gustaría tener más. Es importante el ver lo inteligentes que son los falsificadores", afirma Penny. A uno de sus antecesores la compra en 1845 de El hombre con calavera , erróneamente atribuido a Holbein, estuvo a punto de costarle el cargo. El análisis del panel de madera usado como soporte demostraba que la pintura es posterior a 1543, año en que falleció el artista.

La exposición quiere explicar también la labor y el trabajo constante de científicos, conservadores e historiadores para desentrañar los misterios que muchas veces ocultan las pinturas que llegan a sus manos. Los métodos que utilizan incluyen rayos X e infrarrojos, microscopios electrónicos y la espectrometría de masas, una técnica que permite medir los iones derivados de las moléculas. Dotados con semejantes armas, los estudiosos han desvelado algunos divertidos secretos. Uno de los cuadros expuestos, Mujer en la ventana (entre 1510-1530), muestra a una chica de pelo oscuro y bien arreglado, que se asoma al exterior con una mirada taciturna. Los restauradores hallaron bajo las capas de barniz y pintura la obra original. Descubrieron a la misma mujer, pero su vestido era más revelador y su mirada mucho más sugerente. Se trataba casi seguro de una cortesana, cuya procacidad había sido púdicamente enmendada por recatados pinceles de la era victoriana. "Es un documento de cómo cambian los gustos y la manera de apreciar las obras a lo largo de los siglos", afirma Betsy Wieseman, una de las comisarias de la exposición. "La original tenía aire de mujer fatal, totalmente inapropiado en la época victoriana".

A veces dar con la verdad se convierte en una tarea detectivesca. Una obra del pintor boloñés Francesco Francia La Virgen y el Niño con un ángel , legada al museo en 1924, fue desestimada como una falsificación en los 50. Más tarde la obra fue rehabilitada. Finalmente, con los avances científicos, se ha podido determinar que se trata de la copia realizada en el siglo XIX.