Como Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971), el novelista que protagoniza esta novela, Bocanegra, ha terminado una trilogía dedicada al mal (la del escritor asturiano la forman La ofensa , Derrumbe y El corrector ) y se encuentra escribiendo una novela titulada La luz es más antigua que el amor en la que se representa a sí mismo... Si hubiera que juzgar por este ya tedioso juego de espejos, al que se añade un desenlace algo pretencioso, es probable que cundiera el desánimo. Pero ni la novela se queda en una mera pirueta metaficcional ni esta resulta gratuita, porque lo que se plantea Menéndez Salmón es el sentido último de la creación artística y la función misma del artista. Lo hace a través de tres pintores, uno de ellos Mark Rothko (los otros son inventados), que en un momento de sus carreras vulneran los límites de lo admisible por el orden social, estético o político imperante.

Tres creadores heterodoxos, pues, en cuya radicalidad parece reconocerse Bocanegra. Pero la obra de este, que es legítimo pensar que coincide palabra por palabra con la de Menéndez Salmón, no puede decirse que constituya una obra de ruptura y transgresión. Quizá porque hoy la actitud más audaz tal vez consista en rehuir la aparatosidad del experimento en bruto. Menéndez Salmón la rehúye y su novela, menos fragmentaria de lo que aparenta, encierra momentos espléndidos de reflexión sobre la dignidad del arte y el artista y sobre la clase de refugio que aquel ofrece a este y, en general, a cualquiera que pida asilo en esa casa de la belleza.

Se dice en más de una ocasión en el libro: el arte (y la Cultura) permite al hombre consolarse de la indiferencia que la Naturaleza (o el Cosmos) refleja ante su efímera y defectuosa existencia. Y eso significa consolarse de los atropellos consuetudinarios, de la crueldad manufacturada y de las aflicciones imponderables. Pero la novela no solo coloca en su centro un asunto que debería ser objeto de rumia para cualquier creador sino que trata de hacerlo mediante una forma muy elaborada, tanto en la disposición alterna de los capítulos como en la cuidada prosa, sentenciosa y un punto afectada en algún momento, pero excelente como la de muy pocos escritores jóvenes.