La actriz y directora Asia Argento regaló un buen titular poco después de empezar su charla con Mònica Garcia Massagué, subdirectora de la Fundació Sitges (el organismo que organiza el Festival de Cine Fantástico), en la mañana de ayer, ante un público formado sobre todo por fans. «He vivido más cine que vida», dijo. Y no por decir. Argento es, para empezar, nieta de productor (Salvatore Argento), sobrina de productor (Claudio Argento) y, por supuesto, hija de actriz/guionista (Daria Nicolodi) y maestro del terror (Dario Argento). «Creo que llegamos a las seis generaciones de artistas», explicó. «Está en mi sangre, no puedo evitarlo. Es como quien nace con los ojos azules. Lo único que he hecho ha sido hacer buen uso de mis genes».

Con solo 44 años, Argento recogió ayer el Premio Méliès en reconocimiento a su carrera. Es la clase de distinción que se ofrece a alguna personalidad un par de décadas mayor, pero ella ha trabajado tanto tiempo en el cine como la mayoría de veteranos sexagenarios. «Cuando uno de mis hijos supo que iba a recoger este premio, me preguntó: ‘¿Te estás muriendo?’. Yo le dije que no. Es solo que llevo 36 años trabajando. Quizá si hubiera empezado a los 20, habría sido distinto esto de recoger premios».

DEBUT PRECOZ / Aunque en principio quiso escribir, Argento acabó debutando como actriz con solo 9 años (en Demons 2, de Lamberto Bava, producida por su padre) y, al final, un papel llevó al otro. «A mi padre no le hacía gracia que actuara. No quiere mucho a los actores. Me insistía en dedicarme a la dirección en lugar de a la interpretación». Pero él mismo la acabó fichando, cuando ella tenía 16, para el papel protagonista de Trauma. Fue el principio de una colaboración que se ha extendido durante décadas. «Hace tiempo que nuestra relación es más que familiar o paternofilial. Cuando nos vemos no hablamos de cosas mundanas, sino de cine que hemos visto o proyectos que tenemos entre manos».

Como su padre, Asia no se corta en sus respuestas, no parece tener filtros, aunque llamó un poco la atención esa ausencia de preguntas en torno al abuso sexual y el MeToo. Dejó clara, no obstante, su opinión sobre Hollywood, una «máquina de moler carne» que «te obliga a perder el anonimato». La llegamos a ver con Vin Diesel en el blockbuster de acción xXx, pero en su periplo americano prefirió trabajar con directores de la esfera indie (Sofia Coppola, Gus van Sant) o dirigir un proyecto pequeño como El corazón es mentiroso. «Soy autodidacta en todo. Quizá un poco incompetente. Pero creo que si haces algo desde el corazón, acabará tocando la fibra a alguien».

El trabajo de actriz, al menos de cine, no le atrae ya en exceso, en parte porque ha llegado a sentirse muy encasillada: «He hecho todas las versiones posibles del papel de prostituta», dijo. «Prostituta lesbiana, prostituta gogó… ¿Cuántas versiones me quedan? No tengo nada contra las mujeres que se dedican a este oficio, pero creo que puedo hacer otros papeles. También me creen ideal como drogadicta y enferma del coco o el cuerpo».