Vincent van Gogh, en efecto, se autorretrató en 1889 mirando de reojo, como un hombre tímido, asustado y deprimido, mientras estaba siendo tratado de su primer episodio psicótico en un sanatorio del sur de Francia, confirmó ayer el museo del artista en Ámsterdam.

Quizá en ese momento ya tenga incluso la oreja derecha cortada, aunque los expertos del Museo van Gogh no lo pueden confirmar con certeza porque en ese autorretrato el artista se pintó desde el perfil izquierdo, mirándose de reojo en el espejo.

El lienzo fue adquirido por el Museo Nacional de Oslo en 1910, asumiendo que era un autorretrato pintado por el propio Van Gogh, pero a principios de los años 70 empezaron a surgir dudas sobre su autenticidad porque los datos sobre su procedencia estaban incompletos y el estilo y los colores usados no se consideraban típicos de Van Gogh.

El museo trató de esclarecer las dudas para proteger la imagen de su colección y empezó una investigación en el 2006 que reveló que había pertenecido a Joseph y Mari Ginoux, los amigos que Van Gogh tuvo en Arlés, pero dos preguntas seguían sin respuesta: ¿quién lo pintó y cuándo?

Se sugirió entonces que podría haber sido pintado en Arlés, en Saint-Rémy-de-Provence o en Auvers-sur-Oise, pero no se sabía muy bien sobre qué año.

En el 2014, la pinacoteca noruega solicitó ayuda al Museo Van Gogh para que realizara un estudio a partir de su estilo, técnica, material, procedencia y la inusual iconografía que tenía. La conclusión, hecha pública ayer por el museo, es que la obra es, sin duda, un auténtico Van Gogh pintado al final de su primer gran episodio de psicosis, en 1889.